Foto Alberto Haylli
Evita hizo posible lo imposible, sin ella el horizonte de transformaciones del peronismo bautismal hubiera estado mucho más cercano, pero Evita fue tanto pasión como pensamiento estratégico.
Por caso en La razón de mi vida, una adelantada Eva Perón ya propone una asignación equivalente a la mitad del salario medio nacional para remunerar a las mujeres por las tareas domésticas y de cuidado.
Señalaba Evita: “Nadie dirá que no es justo que paguemos un trabajo que, aunque no se vea, requiere cada día el esfuerzo de millones y millones de mujeres cuyo tiempo, cuya vida se gasta en esa monótona, pero pesada tarea de limpiar la casa, cuidar la ropa, servir la mesa, criar los hijos, etc.
Aquella asignación podría ser inicialmente la mitad del salario medio nacional y así la mujer ama de casa, señora del hogar, tendría un ingreso propio ajeno a la voluntad del hombre. Luego podría añadirse a ese sueldo básico los aumentos por cada hijo, mejoras en caso de viudez…”.
Hoy en Argentina, casi tres millones de mujeres trabajan en los sectores del cuidado. De ese total, nueve de cada diez, realizan estas tareas sin remuneración y dedican el doble de tiempo que los varones. Para lograr igualdad de género es preciso promover una agenda de cuidados que reduzca la responsabilidad que recae en las mujeres, dificulta su acceso al mercado de trabajo productivo, sobrecarga su jornada laboral y reproduce estereotipos que limitan sus derechos y oportunidades en otros ámbitos.
Hay en el país algunas experiencias que reconocen las tareas de cuidado como el Proyecto de Ley de Asignación por Trabajos de Cuidado, con autoría de las diputadas del FdT Florencia Lampreabe y Paula Penacca, dos programas de la OIT y el Municipio de Hurlingham que resolvió reconocer salarialmente las tareas de cuidado, por lo que las trabajadoras estatales de su jurisdicción recibirán una suma fija de $ 3 mil por mes.
Adicionalmente también el PAMI donde las trabajadoras de la obra social recibirán un adicional mensual de $ 6 mil a partir de mayo para “corregir desigualdades y brechas estructurales de género” en reconocimiento de las tareas de cuidado que desempeñan y así poder “seguir ampliando derechos para construir un país más justo”.
Foto Alberto Haylli
Sin embargo, hoy la gran medida de reivindicación de género y de la economía de cuidado es la Moratoria previsional que desplegara Cristina Fernández durante sus gobiernos.
La moratoria previsional resulta clave para garantizarle ingresos en su edad pasiva a quienes, cumpliendo con la edad requerida, no tienen los aportes necesarios para realizar el trámite jubilatorio, muchas mujeres por haber dedicado su vida a tareas de cuidados.
En este sentido nueve de cada diez mujeres participan en tareas de cuidado: en hogares con dos menores de 6 años o más, el 95% de las mujeres participa de las tareas de cuidado no remuneradas y le dedican, en promedio, casi 9,8 horas: más que una jornada laboral.
Señala la economista Carolina Fernández a la Agencia Paco Urondo que un informe publicado por el CEPA (Centro de Economía Política Argentina) advertía que, de no continuar la moratoria previsional el panorama de las personas trabajadoras en edad de jubilarse es realmente preocupante: nueve de cada diez mujeres y siete de cada diez varones no podrían acceder a una jubilación por no cumplir con el extremo legal de treinta años de aportes que exige la ley.
La brecha de género está a la vista, señala Fernández y agrega: “Según el informe de CEPA, del universo de mujeres en edad jubilatoria solo un 6,6% cuenta con más de 25 años de aportes, y el 46% directamente, no registra aportes”.
Si sumamos datos del Ministerio de Trabajo tenemos que: hacia el año 2021 el 74,4% de quienes poseen una jubilación con moratoria son mujeres, muchas de ellas, insistimos, realizaron tareas de cuidado sin reconocimiento formal a lo largo de su vida laboral. Como dato adicional, en el mes de marzo de 2022, el 85% de mujeres que accedieron a una jubilación lo hicieron vía moratoria.
En suma, una gran medida imaginada por Evita, rediseñada y ejecutada por la vicepresidenta Cristina Fernández y refrendada por el presidente Alberto Fernández, que obviamente busca anular el Psycho Killer que dice que nos gobierna.
*Director de consultora Equis.
Evita no pensaba en absoluto desde una concepción de «género» o de «políticas de identidad».
Martin Luther King, ni Mandela, por ej., tampoco pensaban desde esa concepción.
Lo único importante para todos estos humanistas, incluida Evita, es la igualdad de derechos de las personas, considerar a los seres humanos en cuanto tales.
Si los postergados, discriminados y personas sin derechos hubiesen sido varones blancos en un mundo inverso, esos grandes humanistas hubieran luchado para que ellos conquisten sus derechos inherentes a la dignidad humana.
Cuando Evita, el reverendo King o Mandela veían a un hombre pobre, una mujer sin derechos, a un negro, etc., no veían categorías distintas, veían a seres humanos privados del derecho a su dignidad como tales.
Los verdaderos humanistas son así, lo que quieren es restaurar la humanidad de las personas privadas de ella a causa de la estupidez y maldad de personas y de sistemas. No importan las categorías de raza, sexo, religión, franja etaria, etc., de esas personas porque eso es absolutamente circunstancial e histórico.
Si se hubiera traficado a gran escala personas de raza amarilla en lugar de negra, o, si hubieran abundado los pelirojos, los humanistas hubieran luchado por esas personas de la misma manera que lo hicieron por los otros.
Había una publicidad en la década del ’90 que, mostrando fósforos con cabeza de distintos colores (amarillo, verde, rojo, etc.), de golpe se encendían y una voz en off decía algo así: «todos somos distintos pero la llama es igual».
La «llama» de los seres humanos es igual. Eso es lo que hay que proteger, más allá de las categorías.
La concepción de las «políticas de identidad», llevada a sus últimas consecuencias, es que haya una política para cada persona, puesto que ninguna es igual a otra.