Palestina ha sido profundamente dañada por el genocidio. Basándose en estimaciones de Perspectivas de la población mundial 2024 de las Naciones Unidas, el Instituto Tricontinental de Investigación Social y Perspectivas del Sur Global (GSI por su sigla en inglés) analizaron el descenso de la esperanza de vida de la población palestina causado por los bombardeos israelíes en Gaza. Descubrieron que la esperanza de vida al nacer de lxs palestinos se redujo en 11,5 años entre 2022 y 2023, pasando de unos respetables 76,7 años en 2022 a sólo 65,2 años en 2023. Fueron los tres primeros meses de los bombardeos israelíes respaldados por Estados Unidos, de octubre a diciembre de 2023, los que provocaron este terrible descenso en la esperanza de vida total. No se tiene conocimiento de un descenso tan rápido de la esperanza de vida en ningún otro periodo de la historia moderna de la humanidad. Una vida palestina es ahora más de 17 años más corta que una israelí. Esta diferencia es mayor que la que existía entre negros y blancos en la Sudáfrica del apartheid, que era de 15 años en 1980.
Once años y medio perdidos por cada palestino. Es decir, casi 60 millones de años perdidos para los 5,2 millones de palestinos restantes que permanecieron en Palestina y sobrevivieron al genocidio. Esta pérdida no puede recuperarse fácilmente. La reconstrucción de la sociedad palestina y el logro de una esperanza de vida cercana a la anterior al genocidio requerirán años de inmenso trabajo. Habrá que reconstruir los sistemas sanitarios: no sólo los hospitales y las clínicas, casi todos destruidos en Gaza, sino también formar a nuevos médicos y enfermeras para sustituir a los que murieron. Se tendrá que recuperar los sistemas alimentarios: no sólo las panaderías, sino que habrá que desintoxicar los campos y reparar los barcos pesqueros. Se tendrá que reconstruir viviendas para reemplazar el 92% de los hogares de Gaza destruídos o dañados (lo que la ONU ha denominado “domicidio”). Habrá que reconstruir las escuelas y curar el trauma mental que aflige a los niños y niñas para que sientan que estas estructuras no son tumbas, sino lugares de seguridad y aprendizaje.
Los datos son confusos. Decenas de miles de palestinxs han muerto en la matanza, entre ellos al menos 14.500 niños y niñas. Según un informe elaborado por el Consejo Danés para los Refugiados, la Asociación para el Desarrollo Agrícola y el Centro de Asuntos de la Mujer, entre octubre de 2023 y octubre de 2024 “más del 90% de la población de Gaza ha sido expulsada, con personas desplazadas en un promedio de 6 veces, y algunas hasta 19 veces”. Además, según el informe, los palestinos se enfrentaron a órdenes de desplazamiento forzoso con “advertencias inadecuadas” y lucharon por sobrevivir, ya que las “zonas designadas como seguras” fueron “objeto de bombardeos y carecen de recursos básicos”. Los problemas neurológicos a los que se enfrentan los sobrevivientes son extremos. “Existe una preocupación constante por la salud mental de todas las personas que están en Gaza, especialmente por la de las infancias, que están tan profundamente traumatizados”, declaró, declaró Nebal Farsakh, de la Media Luna Roja Palestina, señalando que “hay al menos 17.000 niños no acompañados o separados de sus padres”. Como señalamos en el primer boletín de este año, un informe de diciembre de 2024 realizado por el Centro Comunitario de Formación para la Gestión de Crisis en Gaza concluyó que “el 96% de las niñas y niños de Gaza sentía que la muerte era inminente”.
Una evaluación preliminar indica que la reconstrucción de Gaza costará 80.000 millones de dólares. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo firmó un acuerdo con la Università Iuav di Venezia para diseñar una nueva Gaza que propone construir primero un “núcleo” urbano para 50.000 personas entre los escombros y luego construir hacia su exterior. En Gaza hay al menos 50 millones de toneladas de escombros procedentes de la destrucción de más de dos tercios de las infraestructuras de la zona (incluido el 92% de las viviendas), cuya limpieza tardará años. En las ruinas, junto a los cadáveres de palestinos desaparecidos, hay municiones sin detonar y materiales tóxicos: no es posible simplemente alinear una fila de excavadoras y conducir de un extremo a otro de la Franja de Gaza.
Las instituciones palestinas sencillamente no disponen del dinero necesario para reconstruir Gaza. Los Estados árabes del Golfo, que sí tienen el dinero, intentarán sin duda arrancar imperdonables concesiones políticas a las facciones políticas palestinas a cambio de cualquier ayuda. Los países que quieren que Israel pague por la devastación que ha causado al pueblo palestino no tienen la influencia política para hacerlo, ni pueden esperar presionar a los países que armaron a Israel (como Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania) para pagar por los daños causados con sus municiones.
Los perpetradores del genocidio quieren convertir Gaza en su patio de juegos inmobiliario. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirma que Gaza es un “lugar fenomenal” que actualmente parece un “sitio de demolición masiva”, en sintonía con la evaluación de su yerno y asesor en estrategia para Medio Oriente, Jared Kushner, quien en febrero de 2024 señaló que las propiedades frente al mar en Gaza “podrían ser muy valiosas”. El año pasado, Netanyahu, afirmó que el norte de Gaza, incluida la ciudad de Gaza, permanecería en ruinas y sería anexado, mientras que el resto del territorio quedaría bajo control israelí, con nuevos asentamientos construídos a lo largo de sus fronteras. El movimiento de colonos, obsesionado con la limpieza étnica del pueblo palestino, y parte de la base de apoyo de Netanyahu, está preparado para apropiarse de las costas y levantar allí sus propios asentamientos. La presión sobre la población palestina para que abandone Gaza seguirá siendo extrema, incluso con este alto al fuego momentáneo.
La población palestina, que ha perdido al menos 11,5 años de su vida como consecuencia de este horror, aceptará lo que pueda conseguir ahora, incluso este débil alto el fuego. Pero se merecen mucho más y seguirán luchando por ello.
Por este motivo, el 27 de enero, cientos de miles de palestinos refugiados en Gaza comenzaron a marchar hacia el norte, hacia sus hogares. No vivirán otra Nakba (Catástrofe). Reconstruirán sus hogares con sus manos en la tierra si es necesario.
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