Desde la irrupción el COVID el 1 % más rico acaparó casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada en el Mundo, el doble de lo que recibió el 99 % del resto de la humanidad, Un informe de OXFAM muestra cómo en América Latina ese fenómeno fue aún mucho más grave. El debate por los impuestos a los super millonarios vuelve a ponerse en el tapete.
-Por Gabriel Michi-
Hay varios mitos sobre las consecuencias que dejó la Pandemia de COVID 19 en el Mundo. Y realidades que los refutan. Uno de ellos es que las consecuencias económicas fueron letales para toda la sociedad, sin distinción de su situación previa. Y, la verdad es que no es así. Así como la enorme mayoría de los seres humanos se empobrecieron por la Pandemia, un pequeño puñado de privilegiados se enriquecieron desproporcionalmente. Son los «ultra ricos» que en un contexto donde todos se hundían, ellos sacaron mayores ventajas. Y, en América Latina, el diagnóstico muestra aún más desigualdades, ratificando su tesitura de ser la región más inequitativa del Planeta. Así lo ratifica un nuevo informe de la organización OXFAM que señala entre sus conclusiones que el 1 % más rico del Mundo acaparó casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (valorada en 42 billones de dólares). «Esto es casi el doble de lo que recibe el 99 % restante de la humanidad. La bonanza de este 1% se ha intensificado frente a lo que pasó durante la última década, cuando el 1 % más rico capturó alrededor del 50 % de la nueva riqueza», explica el informe.
El documento titulado “La ley del más rico” pone en debate uno de los temas más apremiantes que debería ser abordado en las reuniones que comenzaron dentro del Foro Económico Mundial en Davos. «Las élites se están reuniendo en la estación de esquí suiza en un contexto en el que la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se han incrementado simultáneamente por primera vez en 25 años«, contextualiza OXFAM.
En ese marco, Gloria García Parra, directora regional en OXFAM para América Latina y el Caribe, señala: «Latinoamérica ha sido la región más golpeada por la pandemia en el mundo. Y a pesar de ello, sus ultra ricos se han embolsado ganancias estratosféricas durante la crisis, en gran medida como resultado de los planes de estímulo inyectados con fondos públicos y su voraz aprovechamiento de las condiciones de mercado. Décadas de privilegios fiscales para los más ricos han sido elementos clave en el aumento de las desigualdades”.
Y en el caso de América Latina la situación es aún más grave: En el contexto pandémico la riqueza de los 91 milmillonarios de la región creció un 21%, cinco veces más rápido que el PIB de la región durante el mismo período. «De estos 91 milmillonarios, 17 viven en países en los que no deben pagar ningún impuesto sobre herencias, donaciones o sucesiones: esto significa que pasarán más de 158.000 millones de dólares totalmente libres de impuestos a la próxima generación. Por otro lado, los salarios reales han perdido un 10% de valor (de 2020 a 2022) y 201 millones de personas (32,1% de la población total) viven ya en la pobreza. De ellos, 82 millones (13,1%) se encuentran en situación de pobreza extrema. A finales de 2022, la inseguridad alimentaria pasó a impactar a cuatro de cada diez personas (40%)», detalla OXFAM.
Y hay sectores donde ese incremento de las ganancias se profundizó mucho más. Así ocurrió en particular en la energía y la alimentación. Los actores que tienen su presencia en esas áreas clave son de los que más se han enriquecido durante la Pandemia (a lo que hay que sumar la guerra entre Rusia y Ucrania). Según las estimaciones de OXFAM, «95 empresas internacionales de energía y alimentación han aumentado en 256% sus beneficios en el 2022. Generaron unos beneficios extraordinarios por un total de 306.000 millones, y destinaron 257.000 millones (el 84 %) a remunerar a sus ya muy ricos accionistas. En América Latina y el Caribe, la alimentación, la salud, las finanzas y la minería han sido los principales sectores en que operan los nuevos milmillonarios de la región. Desde el inicio de la pandemia, la fortuna de tres de ellos ha crecido más del doble y para otros catorce, se ha incrementado en más del 50%».
Gráfico: OXFAM
Según OXFAM, «la riqueza extrema versus la pobreza y el hambre son las dos caras de una misma moneda. Pero las desigualdades no son un tema de azar, sino el resultado de decisiones políticas. Décadas de recortes y privilegios fiscales para los más ricos y sus grandes empresas han sido elementos clave en el aumento de las desigualdades. Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales en el mundo, únicamente cuatro centavos proceden de gravar la riqueza. La mayor parte de los ingresos de las personas más ricas no se derivan de su trabajo, sino que son esencialmente rentas de capital sobre sus activos».
Y lo grafican así: «Durante los últimos 40 años, Gobiernos de África, Asia, Europa y las Américas han ido reduciendo los tipos impositivos sobre las rentas más altas, mientras se han elevado los impuestos al consumo sobre bienes y servicios, es decir, impuestos que recaen desproporcionadamente sobre quienes tienen menos y que amplían las brechas de género, de raza y otras desigualdades. Entre 2007 y 2019, la recaudación tributaria en América Latina y el Caribe creció apenas en un 7%, y ha sido a costa de elevar un 11% la contribución fiscal que recae sobre las familias a través de los impuestos al consumo y el trabajo, mientras la recaudación por rentas corporativas y riqueza ha caído en 5%. Ningún país de la región grava las rentas del capital por encima de las rentas del trabajo en la actualidad».
Según OXFAM, «tres años después del inicio de la pandemia de la COVID 19, y de la crisis inflacionaria posterior, América Latina y el Caribe se ha convertido en una región más desigual, más empobrecida y mucho más polarizada social y políticamente. Pero estas múltiples crisis no han afectado a todas las personas por igual. Puede parecer obvio, pero la brecha es gigantesca cuando medimos el desproporcionado aprovechamiento que una élite de ultra ricos ha sacado de esta situación. Entre marzo 2020 y noviembre 2022, la riqueza de los milmillonarios de la región aumentó en un 21%,1 un crecimiento 5 veces más rápido que el PIB de la región durante el mismo periodo (+3,9%), y muy por encima de las previsiones de CEPAL para 2023, que afirmaban que no se superará el 1,3%. La riqueza de unos pocos se ha disparado, mientras la economía se ha ralentizado«.
Algunos datos que grafican lo que ocurre en América Latina:
– En los últimos 10 años, por cada 100 dólares de nueva riqueza creada en Colombia, 45 fueron a parar a manos del 1% más rico y tan solo 12,4 al 50% más pobre.
– En El Salvador el 1% más rico del país se ha llevado 4 veces más de la nueva riqueza que el 50% más pobre.
– En Honduras y Guatemala, entre 2020 y 2021, el 1% más rico del país se llevó 7 veces más que la mitad más pobre de ambos países.
– El 1% más rico de Brasil concentra ya prácticamente la mitad de la riqueza del país, frente a apenas un 20,3% en manos del 90% más pobre,
– El hombre más rico de México cuenta con una fortuna superior a la de la mitad más pobre de la población, en un país más de 130 millones de habitantes.
Frente a semejante contexto de desigualdad e inequidades los expertos de OXFAM realizaron una serie de recomendaciones a los gobiernos que buscan gravar la riqueza extrema para reducir el impacto de esas tendencias «y avanzar hacia un mundo que sostenga la vida, en donde los derechos de las personas y de la naturaleza sean garantizados». Son las siguientes:
Es vital aplicar medidas tributarias de emergencia, temporales y excepcionales, como los impuestos a las sobre ganancias empresariales, que permitan generar recursos adicionales para ser reinvertidos en planes de contención y mitigación para quienes más lo necesitan.
Aplicar impuestos al patrimonio en todos los países, para reducir sistemáticamente la riqueza extrema, la concentración del poder y las desigualdades.
Elevar la tributación sobre las rentas del capital y ganancias financieras para equipararlas al menos a las rentas del trabajo en su nivel de tratamiento fiscal.
Incrementar la tributación sobre la renta del 1% más rico, incluyendo tanto las rentas del trabajo como las del ahorro; aplicando, por ejemplo, un tipo impositivo cercano al 60%. En cambio, es vital eliminar cualquier exoneración que beneficie al 1% más rico.
Promover un gran acuerdo fiscal latinoamericano con el objetivo de ampliar la cooperación y la coordinación de políticas tributarias entre los países de la región, con medidas para afrontar la evasión y los paraísos fiscales, así como impulsar la revisión de los beneficios tributarios ineficientes. Este acuerdo deberá servir de impulso a la construcción de un sistema fiscal global y regional más incluyente, sostenible y equitativo.