China: La insatisfacción de la intelectualidad con la ideología dominante

Las obras de León Trotsky han estado prohibidas durante mucho tiempo en China, pero el traductor Shi Yongqin ha dedicado su vida a darlas a conocer al público de este país. Nacido en 1949, el año de la Revolución China, la experiencia de Shi refleja la insatisfacción latente de la intelectualidad china con la ideología dominante. El activista y académico estadounidense Paul Le Blanc participó en la reciente presentación de la traducción del libro " Una revolución distorsionada". Publicamos a continuación una transcripción editada del diálogo entre él y Shi.

Estudios de izquierda en China y Estados Unidos, un diálogo

Estudios de izquierda en China y Estados Unidos, un diálogo

 

Moderador: Para empezar, quisiéramos invitar al Sr. Shi a compartir con nosotros su experiencia.

Shi Yongqin: Los pasos que me llevaron a comprender a Trotsky no fueron conscientes. En nuestra época hubo actitudes claramente contrapuestas ante importantes figuras históricas como Stalin y Trotsky: mientras se ensalzaba a Stalin, a Trotsky se le denigraba totalmente. En aquel entonces, en China no estaba permitido y no existía la posibilidad, debido a varios condicionantes, de investigar en este ámbito.

Más tarde, cuando me enviaron a trabajar en el campo, traté de ampliar mis conocimientos estudiando en el tiempo libre que me dejaba el trabajo agrícola. Cuando empecé a estudiar ruso, me propuse un objetivo concreto: esperaba que algún día sería capaz de leer literatura rusa, como novelas, en lengua rusa. Rusia ha traído al mundo a muchos grandes escritores y producido obras literarias inmortales, y era esta simple aspiración la que me motivó a aprender ruso por mi cuenta.

Cuando mejoró mi dominio del ruso, me interesé por el trabajo de traductor y quise traducir algunas grandes obras. Sin embargo, todas las grandes obras de renombrados novelistas rusos ya habían sido traducidas por otros, y yo, como principiante, me sentí poco preparado para volver a traducir a estos clásicos.

Finalmente cayó en mis manos la autobiografía de Trotsky. A pesar de que yo no había tenido la oportunidad de estudiar a fondo esta cuestión, la visión de películas como Lenin en 1918 y mis experiencias bajo el sistema estalinista ‒paralelamente a determinados fenómenos en la sociedad china‒ me hicieron sentir que eran incompatibles con los verdaderos ideales socialistas. Al leer la autobiografía de Trotsky encontré las respuestas a muchas de las preguntas que me planteaba sobre la historia del partido soviético, que aclararon mis dudas con respecto a ciertas acciones emprendidas bajo la bandera del socialismo.

A partir de ese momento decidí dedicar mi vida a traducir las obras de Trotsky. Su autobiografía fue mi primera traducción y la primera obra de Trotsky que se publicó en China. Aunque algunas de sus obras ya se habían impreso con anterioridad, no circulaban libremente. El prefacio del traductor que escribí para este libro fue la primera evaluación positiva de Trotsky que se publicó en la China continental.

La autobiografía de Trotsky no abarca más que su vida hasta que fue desterrado a Turquía en 1929, ya que se publicó en 1930. Consciente de la necesidad de una biografía completa, más tarde me puse en contacto con Zheng Chaolin y otros en Shanghái para traducir conjuntamente la trilogía de Isaac Deutscher [sobre Trotsky: El profeta armado, El profeta desarmado, El profeta desterrado]. Yo organicé la traducción del tercer volumen y revisé seis veces la primera edición por cuestiones de calidad.

Una vez publicada esta obra, la leí con avidez nada menos que seis veces, y cada lectura me conmovió profundamente. Me impresionó especialmente el análisis que hizo Trotsky de la política equivocada del Partido Comunista de Alemania durante la lucha antifascista, así como su acerada y profunda crítica de la teoría del tercer periodo y del socialfascismo. En cada lectura que hice me sentí inspirado y lleno de admiración.

Mi experiencia con la traducción de la trilogía del Profeta me guió a la hora de fijar mis prioridades para mi trabajo de traductor. Puesto que Trotsky era ante todo un revolucionario, me centré en sus prácticas y orientaciones revolucionarias. Aunque de momento no pude traducir sus trabajos sobre la Revolución Española, comencé por traducir su colección sobre la Revolución de Octubre. Posteriormente traduje sus escritos sobre la Revolución China y también sobre las luchas antifascistas.

Conviene señalar que la trilogía del Profeta fue muy aclamada en la China continental, y ya se han publicado tres ediciones [la tercera en 2023]. La publicación de los tres libros que he mencionado antes ‒sobre la Revolución de Octubre, sobre la Revolución China y sobre las luchas antifascistas‒ corrió a cargo de la Editorial Popular de Shaanxi. Los dos últimos alcanzaron calificaciones particularmente elevadas en el índice Douban [una versión china de Goodreads], obteniendo el libro sobre la Revolución China una nota de 8,9 sobre 10 y el que trata de las luchas antifascistas un impresionante 9,7 sobre 10.

Creo que las luchas internas en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) a lo largo de la década de 1920 supusieron un punto de inflexión en la historia del movimiento comunista internacional. Estas luchas dieron lugar a la formación del sistema estalinista y sentaron las bases de la burocratización de los Estados socialistas. De hecho, la expulsión de Trotsky de la Unión Soviética representó simbólicamente la expulsión del marxismo mismo.

Además he traducido los tres tomos de la edición en lengua inglesa de La Oposición de Izquierda, de Trotsky sobre la cultura en el periodo de transición y sobre la construcción económica socialista. En estos momentos estoy traduciendo una colección de 14 tomos de los escritos de Trotsky del periodo final en el exilio.

Mi disposición a dedicar mi vida a traducir las obras de Trotsky tiene que ver con la educación socialista que recibimos durante el periodo rojo. Esto nos llevó a creer que una sociedad comunista marcaba la dirección inevitable del desarrollo humano y representaba la forma más ideal de sociedad humana. Aunque también escribo artículos, estos son meros subproductos de mi labor de traducción; la traducción ha sido siempre mi tarea primordial.

Moderador: Gracias, Sr. Shi, por compartir sus experiencias. Ahora quisiéramos invitar a Paul LeBlanc sus experiencias y pensamientos.

Paul Le Blanc: Es un honor para mí participar en este diálogo y felicito a las y los activistas que han organizado este acto, que a mi juicio será posiblemente el pistoletazo de salida de importantes intercambios de opiniones y experiencias por encima de las fronteras de nuestros dos países y también de otros.

En cuanto a mi evolución: nací en 1947. Mis padres eran activistas sindicales de izquierda que en las décadas de 1930 y 1940 militaron en el Partido Comunista de Estados Unidos. Crecí en EE UU en un periodo de relativa opulencia de nuestro sistema capitalista. La atmósfera política estaba impregnada del anticomunismo de la Guerra Fría. Desde luego que eso era innegable en la pequeña Pensilvania en que me crié.

En aquel entonces me inspiraban los ideales de lo que se suponía era una república democrática con libertad y justicia para toda la ciudadanía estadounidense, pero descubrí que era mucho menos libre, mucho menos justa y mucho menos democrática de lo que me habían hecho creer. Las primeras influencias que recibí cuando traté de comprender las realidades que me rodeaban estuvieron marcadas por luchas y movimientos sociales, como el movimiento obrero al que mis progenitores habían dedicado sus vidas, en particular los sindicatos. Otro elemento importante en el desarrollo de mi conciencia fueron las crecientes luchas antirracistas y el movimiento por los derechos civiles en EE UU.

Después vinieron los comienzos de los movimientos antiguerra y su progresiva ampliación. Existía el peligro de una guerra nuclear y la gente protestaba contra esto. El gobierno de EE UU apoyaba a dictadores de derechas, y se produjeron intervenciones del ejército estadounidense en América Latina, Oriente Medio, África y Asia. Siendo adolescente vi crecer y desarrollarse la guerra de Vietnam y entonces empecé a participar en el movimiento antiguerra.

Más tarde me llegaron noticias de poetas y escritores e intelectuales disidentes en la Unión Soviética y el este de Europa. Me influyó la Revolución China y noté el impacto del maoísmo. Me influyó e inspiró la Revolución Cubana.

Otras influencias intelectuales más concretas. Leí un libro de Victor Serge, un revolucionario ruso que había formado parte de la Oposición de Izquierda dirigida por Trotsky. Escribió un libro que se publicó en 1937, titulado Rusia veinte años después. Mi madre había comprado ese libro cuando era adolescente, pero después, debido a influencias estalinistas, lo dejó en casa de su madre. Lo descubrí en casa de la abuela y fue un libro importante para mí.

También influyó en mí C. Wright Mills, un sociólogo radical que escribió sobre la élite del poder en EE UU y otras cuestiones. Escribió un libro titulado Los marxistas, que me dio a conocer la vida, la obra y el pensamiento de varios marxistas. Así es como tuve noticia de Deutscher y me puse a leer la biografía de Stalin que escribió y después la biografía de Trotsky y otros escritos diversos.

Mis padres trajeron a casa varias publicaciones de izquierda. Estaban suscritos a una revista titulada Monthly Review, editada por Paul Sweezy y Leo Huberman y después Harry Magdoff. Era una revista marxista independiente influida hasta cierto punto por el maoísmo, pero ejerció una influencia importante en mí. Otra publicación periódica que entraba en casa se titulaba The Progressive, una revista liberal de izquierda. Otra era The National Guardian, un semanario de izquierda que influyó en mí. Más tarde me suscribí por mi cuenta a una revista titulada New Politics, de orientación socialista. Estas fueron algunas de las influencias que recibí hacia el final de mi adolescencia.

Más tarde influyó en mí Ernest Mandel, un gran economista y escritor marxista de Bélgica, y trotskista. Y después George Breitman, quien editó escritos de Malcolm X y Trotsky. Llegué a conocer personalmente tanto a Mandel como a Breitman, que pasaron a ser mis mentores. Asimismo influyeron en mí otros escritos marxistas. Me planteé el ingreso en las juventudes del Partido Socialista y del Partido Comunista, pero no lo hice. En vez de ello, pasé a formar parte de la Nueva Izquierda e ingresé en una organización denominada Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS), que era mucho más abierta y tenía una ideología menos definida. Al cabo de un tiempo concluí que esto era insuficiente.

Entonces llamé a la puerta de una organización denominada Partido Socialista de los Trabajadores (SWP), que estaba afiliada a la Cuarta Internacional, una red de partidos trotskistas de todo el mundo. Estas profesaban un pensamiento coherente y una interpretación internacionalista del marxismo, defensor de la democracia socialista, del socialismo revolucionario y de una actitud crítica. Estas fueron las influencias que me llevaron hacia el trotskismo.

Moderador: Gracias por su exposición, Paul. ¿Desea usted añadir algo, Sr. Shi?

Shi Yongqin: Veo que hay diferencias significativas entre el profesor Le Blanc y yo. Él tuvo la oportunidad de verse influido por diversos acontecimientos que se produjeron en su entorno social, recibió influencias sociales, históricas y organizativas. En cambio, yo comencé a ocuparme de las obras de Trotsky y de su traducción cuando ya tenía casi 40 años de edad (37 o 38). El profesor Le Blanc tiene una perspectiva mucho más amplia, pues ha participado personalmente en movimientos sociales, mientras que yo no soy más que un traductor tardío. Creo que mi contribución más valiosa ha sido la traducción de los escritos de Trotsky. Aunque me han animado a escribir, pienso que no soy capaz de escribir tan bien como lo hizo Trotsky.

Paul Le Blanc: Estoy muy impresionado por lo que ha dicho el Sr. Shi al exponer su evolución y por los logros a los que ha contribuido. Es sumamente importante lo que ha sido capaz de hacer. Nuestros caminos son diferentes y han implicado aspectos diferentes, cualidades distintas, cosa que es de esperar por el hecho de que nos hemos criado en culturas muy distintas y contextos muy diferentes.

Cuando estuve en Wuhan para una conferencia sobre Rosa Luxemburg y después para otra conferencia internacional sobre Lenin, tuve la oportunidad de conocer a una serie de académicos, sobre todo jóvenes, y otras personas que se planteaban y formulaban cuestiones críticas. Esto me impresionó y me pareció muy fascinante e importante. Los recursos que el Sr. Shi pone a disposición de este creciente sector de personas en China son sumamente importantes, de modo que es para mí un gran placer conocerle. Admiro y respeto enormemente el trabajo que está llevando a cabo.

Moderador: Hay un aspecto interesante que descubrimos siendo jóvenes estudiantes aquí en Hong Kong. En nuestra educación hemos llegado a conocer a fondo diversas obras, tanto de Occidente como de Oriente, que conforman nuestra comprensión de la sociedad y la historia. La historia china es una parte fundamental de nuestro plan de estudios. Además, el método de Occidente también ha influido mucho en nosotros; por ejemplo, La élite del poder de C. Wright Mills se considera un clásico en nuestro programa de sociología, ofreciendo una visión crítica de las estructuras de poder dentro de la sociedad.

A pesar de este aprendizaje estructurado, muchos de nosotros nos sentimos a menudo insatisfechos con el contenido educativo. Este descontento ha llevado a algunos y algunas estudiantes a explorar ideas de izquierda y sus interpretaciones de la historia de China. La obra de académicos como el Sr. Shi ha sido muy útil para ayudarnos a entender las complejidades del actual panorama sociopolítico en Hong Kong y en la China continental. Así, podíamos contemplar Hong Kong como un producto de la revolución inacabada de China, lo que añade una dimensión histórica significativa a nuestros estudios. Esta perspectiva nos permite establecer comparaciones interesantes entre China y EE UU, detectando las diversas influencias que configuran ambas sociedades desde una perspectiva comparativa metodológica.

Shi Yongqin: El método de argumentación de Trotsky es extremadamente riguroso. Al traducir sus obras he adoptado este enfoque riguroso de la argumentación, que ha influido significativamente en mi propio estilo de escritura. A resultas de ello, mis artículos exhiben un marco lógico similar.

En el ámbito de la investigación sobre la historia del partido en China, el mundo académico no parece aceptar los puntos de vista que vayan más allá de [Nikolai] Bujarin, desechando completamente las perspectivas de Trotsky. Al principio pensé que mis traducciones no iban a poder publicarse debido a la censura de la Administración General de Prensa y Publicación. Después descubrí que los revisores de la Oficina de Compilación y Traducción eran bujarinistas que rechazaban de plano las ideas de Trotsky. Lamentablemente, no explicaban sus motivos del rechazo ni estaban dispuestos a entablar un debate público.

Moderador: Aquí podríamos descubrir que para los académicos y académicas chinas el debate no es un fin en sí mismo, sino que sirve de metodología práctica para determinar el rumbo que debería tomar el país. No es un mero debate, es casi una gobernanza y un enfoque de trayectoria revolucionaria. Cuando se comentan determinados acontecimientos históricos, en China trascienden a menudo la mera historia y adquieren un significado metodológico. La pregunta pasa a ser esta: ¿Con qué escuela de pensamiento (que significa qué es lo que hay que hacer) nos alineamos realmente? Esta perspectiva puede ser un obstáculo para que escritores como el Sr. Shi publiquen su obra en China.

Shi Yongqin: Por eso una teoría bien desarrollada puede ser sumamente convincente. Si un artículo está bien argumentado con pruebas históricas, muestra un razonamiento lógico riguroso y revela la verdad, se vuelve irrefutablemente persuasivo. La reflexión sobre las razones de la derrota de Trotsky en la lucha interna del partido soviético saca a la luz un claro contraste: mientras que Trotsky entabla debates ideológicos y teóricos, Stalin se apoya en la disciplina de partido y la maquinaria del Estado para eliminar la oposición. En estas circunstancias ‒en que un bando hace uso de un poder político omnímodo y de recursos estatales, mientras que el otro depende exclusivamente del discurso teórico‒, el resultado está casi predeterminado.

Esto es lo que pienso en este terreno. Cedo la palabra al profesor Le Blanc para que nos explique sus puntos de vista.

Paul Le Blanc: Añadiré algunos comentarios sobre esto. Antes que nada, estoy muy de acuerdo con el Sr. Shi y otros en cuanto a la genialidad de Trotsky y sus cualidades como marxista y como revolucionario, que han sido tergiversadas; hemos de ser capaces de comprenderlas e incorporarlas a nuestra propia comprensión y nuestro pensamiento a fin de ser buenos activistas y académicos de la historia rusa y mundial. Una de las cosas que me han impresionado mucho de la obra del Sr. Shi traducida al inglés es una larga entrevista en que traza una vista panorámica de la vida y pensamiento de Trotsky; espero que pueda divulgarse ampliamente porque es enormemente útil.

Al mismo tiempo quisiera recalcar ‒y supongo que estaremos de acuerdo, pero en todo caso pienso que vale la pena insistir‒ que Trotsky no era simplemente un gran genio, sino que formaba parte de un colectivo revolucionario. No podría haber sido tan efectivo de no pertenecer a un colectivo revolucionario muy amplio dentro de los movimientos comunistas que encabezó la revolución de 1917 y posteriormente en la década de 1920.

En el pensamiento maduro de Trotsky, Lenin ocupaba un lugar destacado; se había comprometido con este colectivo, de modo que están las ideas de Trotsky, pero también las ideas de Lenin y de otros y otras camaradas que no hay que olvidar, en algunos casos criticadas y rechazadas. Trotsky formaba parte de un colectivo revolucionario; este es un aspecto de su fortaleza que hemos de tratar de replicar, es decir, desarrollar más un colectivo revolucionario que no dependa de las ideas de una persona, sino que sea parte de un proceso revolucionario colectivo en marcha, un proceso de pensamiento y acción.

En este contexto, Trotsky fue expulsado del PCUS, de la propia Unión Soviética y de la vida. Desde el punto de vista de los y las activistas marxistas y de otras corrientes es esencial hacer que vuelva, ayudar a la gente a abrirse camino, como hemos hecho nosotros, a la genialidad y las cualidades que representa Trotsky con respecto a la revolución, a la lucha por el socialismo y a lo que es realmente es el socialismo. Él representa esto, pero no estaba solo; había otras personas que no debemos olvidar en el colectivo revolucionario. No debemos comprometernos simplemente con Mao o Stalin o Trotsky, sino con algo mejor que esto.

Espero que mi opinión haya quedado clara; esto es lo que quería ofrecer yo en este importante diálogo.

Moderador: Profesor Shi, ¿desea usted decir lo que piensa sobre los comentarios del profesor Le Blanc?

Shi Yongqin: La revolución es una empresa colectiva que implica a toda la humanidad. Marx identificaba al proletariado como la fuerza principal para la transformación social porque representa los intereses de la mayoría y la liberación de todo el mundo. Mientras que mucha gente afirma que el proletariado chino es débil desde la década de 1920, la realidad es que la clase obrera se halla en desventaja tanto en los países desarrollados como en los que están en desarrollo. El poder determinante está en manos de la clase burguesa, que controla el aparato cultural y estatal.

En una revolución proletaria, el papel de la dirección revolucionaria es especialmente crucial. Por ejemplo, el PCUS, fundado inicialmente por Lenin como partido proletario, se convirtió gradualmente en un instrumento de la dictadura estalinista tras la muerte de Lenin y la derrota de Trotsky. La corriente marxista ha debatido durante mucho tiempo sobre el papel de las personas individuales en los procesos históricos. Si bien los individuos pueden ejercer en ocasiones una influencia decisiva, para que triunfe una revolución hemos de recuperar la afirmación de Marx: la teoría se vuelve convincente cuando es integradora, y cuando la teoría convence a la gente, se transforma en una potente fuerza material.

Paul Le Blanc: Sí, pienso que estamos básicamente de acuerdo. Coincido básicamente con lo que acaba de decir el Sr. Shi.

Moderador: Quisiera añadir algunos comentarios al respecto. En China, la ideología maoísta, que constituye un legado de doble filo, goza de una gran influencia y lleva a algunas personas a manifestar perspectivas alternativas en la China capitalista. En cierto sentido, estas voces alternativas son necesarias dado el impacto duradero de Mao. Cuando criticamos el maoísmo, a menudo aparece Trotsky como una figura que compite tanto con Mao como con Lenin. Esto da pie a una situación compleja y contradictoria, que podría conducir a un culto icónico a la personalidad.

Shi Yongqin: Tengo claro mi objetivo: restablecer la verdadera historia de Trotsky a base de traducciones y escritos. No se trata tan solo de rehabilitar a Trotsky, como podría interpretarse erróneamente. Más bien pretendo presentar a un verdadero revolucionario proletario y mostrar cómo debería ser una auténtica revolución socialista.

Moderador: Creo que el Sr. Shi ha dejado clara la importancia de estudiar el papel de Trotsky. Un aspecto clave es comprender cómo se percibe su figura en el contexto estadounidense. Como ha señalado el Sr. Shi, es crucial identificar una figura significativa que ilustra la fase original del movimiento obrero y la crítica de Marx. Profesor Le Blanc, ¿podría hablarnos usted de esto? Concretamente, durante sus vivencias en la Guerra Fría o bajo la ideología capitalista, ¿que significó para usted el descubrimiento de figuras como Lenin o Trotsky en su momento y cómo se mantiene su relevancia en la actualidad?

Paul Le Blanc: Se trata de comprender la realidad, incluida mi propia realidad, de una manera que aspire a cambiar esa realidad a mejor, que intente establecer el gobierno del pueblo en vez del gobierno de los ricos sobre la sociedad. Así, para gran número de activistas, no todas, pero sí muchas, Lenin y Trotsky han pasado a ser símbolos que pueden ser útiles; sus ideas no tienen precio y son fundamentales para muchos de nosotros cuando tratamos de comprender y cambiar la realidad.

Hemos de poner en tela de juicio las nociones distorsionadas de qué es el socialismo en las mentes de muchas personas. Lo que hizo y representó Stalin fue una dictadura, una dictadura terrible. Mucha gente en EE UU piensa que eso es el socialismo. Asimismo, la lucha no pasa por decir: “No, he aquí lo que dijo Trotsky”, sino por denunciar las realidades opresivas del capitalismo estadounidense que hay que superar. Eso fue lo que los revolucionarios en Rusia trataron de poner en práctica, y no lo lograron. Muchas de esas personas lucharon contra la dictadura de Stalin, que no era para nada socialista, y demostraron por qué no era para nada socialista.

Hemos de basarnos en nuestro propio poder, el poder colectivo de la gente y especialmente de la clase trabajadora. En EE UU hay luchas que lo ilustran: las del movimiento obrero y por los derechos civiles, las luchas antirracistas, las luchas de las mujeres, etc. Esta es la dinámica que veo.

Puede que en China sea distinto porque este país hizo una revolución en nombre del socialismo y del comunismo; gran número de personas hicieron suya la idea y están comprometidas con ella de una forma u otra, mientras que en EE UU esto no es así. Por tanto, tiene más sentido no hablar de personalidades, sino de realidades sobre el terreno a que se enfrenta la gente y tratar de explicar por qué esas realidades son tan penosas y qué se puede hacer para acabar con esta opresión. Algunos de nosotros, que somos activistas, recurrimos para ello al pensamiento de Marx, Lenin, Luxemburg, Trotsky, etc. para hacer avanzar la lucha. Esta es la dinámica en la que he participado.

Hay activistas que rechazan a Marx o Lenin o Trotsky; hay quienes los endiosan ‒diciendo todo el rato “Lenin dijo esto” o “Trotsky dijo aquello”‒ y la mayoría de la gente no sabe de qué están hablando. Hay que evitar estas dos tendencias; Trotsky y Lenin lo habrían aprobado sin titubear. Su método no consistía en determinar quién es el dios humano y seguir a esa persona, sino en organizar. Organizar cada vez más a la clase obrera, al pueblo oprimido y otros sectores para luchar contra la opresión, pero utilizando el marxismo como instrumento en esta lucha.

No estoy seguro de si esto responde completamente a su pregunta, pero su pregunta me ha suscitado esta respuesta. Espero que resulte útil.

Moderador: Es muy interesante porque creo que el Sr. Shi trata de decirnos que piensa que el socialismo es el camino para el desarrollo de China, y por eso la pregunta es esta: si esta no es la vía al socialismo, ¿que otra vía alternativa hay para llegar al socialismo? En cambio, desde la perspectiva estadounidense la situación es algo diferente; se trata más bien de cuestionar el capitalismo, afirmando que no funciona.

Esto plantea una pregunta distinta: si el capitalismo no funciona, ¿cómo podemos abolirlo? Esto tiene interés en EE UU. En cambio, la situación en China es completamente diferente. Esto me parece particularmente interesante, pues ambas situaciones están interconectadas, ya que ambas plantean lo que es verdaderamente necesario para una revolución socialista.

Shi Yongqin: La diferencia entre el profesor Le Blanc y yo no estriba tanto en nuestros puntos de vista analíticos como en las diferentes categorías de nuestra labor. Yo me centro principalmente en una labor de divulgación, mientras que el profesor Le Blanc emplea métodos marxistas, leninistas y trotskistas como activista que lucha por la transformación social. Aunque la teoría y la práctica están interconectadas, mi prioridad actual consiste en presentar contenido representativo al público chino, mientras que el profesor Le Blanc prioriza el activismo práctico. En EE UU hay montones de traducciones disponibles, no solo de las obras de Trotsky, sino también de las de Luxemburg y otras; por desgracia, en China carecemos de estas fuentes.

En cuanto a mí, tengo ahora 75 años de edad ‒dos años menos que el profesor Le Blanc‒, de modo que solo puedo dedicarme a actividades para las que estoy capacitado.

Moderador: Me parece fascinante ver de qué maneras distintas se ocupan ustedes del marxismo. Por ejemplo, el Sr. Shi conoció el marxismo a través de la Unión Soviética, y la literatura tuvo un papel significativo en la configuración de su comprensión. A su vez, el profesor Le Blanc enfoca el marxismo desde otra perspectiva, centrándose en abordar la crisis analítica dentro del capitalismo.

Esto nos lleva a otra pregunta importante: dada la diversidad de contextos de EE UU y China, ¿qué define a una persona marxista? ¿Qué significa identificarse como marxista? ¿Qué es lo que caracteriza a alguien que se declara marxista? Creo que este es un tema interesante de explorar, ya que el marxismo abarca una amplia gama de interpretaciones.

Paul Le Blanc: Me interesa explorar esta cuestión de qué sería exigible de alguien que se declara marxista, pero quisiera decir una cosa más con respecto a lo que se acaba de comentar.

Cuando yo tenía la edad de los y las activistas que veo en Hong Kong, estaba inmerso en la lectura de los escritos de Deutscher y Trotsky que el Sr. Shi ha traducido al chino. Estaba inmerso en esta actividad. Aquello fue increíblemente importante para mí, los volúmenes que escribió Trotsky, incluidos los 14 tomos de sus escritos postreros que el Sr. Shi está traduciendo y la trilogía de Deutscher, todo esto formó parte de mi formación. Así que creo que es sumamente importante que el Sr. Shi ponga estas fuentes a disposición de muchos miles de activistas en China y en todas partes.

De alguna manera estamos operando en categorías distintas. Una de las cosas que se me ocurren mientras escucho y participo en esta discusión es la gran importancia práctica del internacionalismo. No se trata de una mera consigna ni de una bonita idea, sino que resulta vital para nosotros si queremos desarrollarnos como revolucionarios y contribuir al avance de la lucha revolucionaria en nuestros diversos contextos, en nuestras distintas culturas.

He tomado algunas notas [con respecto a su pregunta] y puesto que tengo la palabra puedo explicarlas en la apertura de esta fase de la conversación. Estas son las seis notas que he tomado sobre los criterios que definen a una persona que se declara marxista.

Una, a mi juicio, y pienso que también al de Marx, es el compromiso de luchar contra la opresión en todas sus formas, por una sociedad mejor, con libertad para todo el mundo, y por la democracia más radical, el gobierno por el pueblo. Eso es, un compromiso de luchar por estas cosas.

Dos, mentalidad crítica. Marx insistió en su día que hemos de dudar de todo. Esto no significa rechazar todo, sino ponerlo en duda, tener una mentalidad crítica y al mismo tiempo estar abiertos a nuevas realidades y comprenderlas, estar abiertos a las ideas de otras personas, inclusive de quienes discrepamos y que pueden estar equivocadas en un aspecto, pero tal vez tengan razón en algún otro.

Un tercer aspecto del marxismo ha de ser la comprensión de la centralidad de la economía y del desarrollo económico en la evolución de la historia y de la sociedad. Y para comprender esto con respecto a los varios miles de años transcurridos, hay que entender que la sociedad ha sido dividida en clases. Estamos con las clases laboriosas, con la mayoría oprimida, hoy con la clase obrera. Esto es importante. También hemos de comprender la naturaleza global del capitalismo, que implica también la naturaleza global de sus alternativas: el socialismo ha de ser global para realizar sus diversos aspectos.

Un cuarto elemento fundamental para mí y para muchos y muchas marxistas es la dialéctica: comprender que todo cambia en todo momento y que la realidad está repleta de contradicciones que interactúan entre ellas de toda clase de maneras. Hemos de comprender esto también con respecto a nosotros mismos, a nuestro movimiento, nuestras luchas, nuestra sociedad, nuestra economía, etc. Hemos de intentar comprender las cosas en su complejidad, su naturaleza dialéctica y su evolución, ver la causa y el efecto, etc.

Todo lo que he dicho hasta ahora forma parte del número cinco, que es el materialismo histórico, la concepción materialista de la historia. Y todo esto combinado nos lleva al número seis: compromiso con el socialismo. El socialismo implicaría la democracia más radical, el gobierno por el pueblo y justicia para todo el mundo. Así que para mí, estos son los requisitos de una persona marxista. Podríamos añadir otras cosas, pero estas son las notas que he tomado cuando traté de pensar cuáles serían esos requisitos.

Moderador: Gracias por compartirlo; podemos dar la palabra al Sr. Shi.

Shi Yongqin: El profesor Le Blanc ha enumerado con rigor los requisitos de un marxista. Me gustaría añadir un punto importante: la medida más significativa de la persona marxista es su compromiso con la liberación de toda la humanidad. Esto requiere una visión amplia. Como dijo Marx: “El proletariado sólo podrá liberarse liberando a toda la humanidad”. Esta afirmación encierra el espíritu que debería inspirar a toda persona marxista. En este contexto, Lenin y Trotsky son figuras ejemplares que aplicaron efectivamente la teoría marxista a la práctica.

Únicamente las personas realmente fuertes pueden mostrar tolerancia y magnanimidad, cualidades que ahora calificamos de espíritu democrático. Esto incluye la capacidad de acomodar diferentes opiniones, aceptar a distintos tipos de personas y unirlas en una fuerza colectiva. En cambio, Stalin demostró ser débil. La gente débil a menudo carece de tolerancia; como un enano que con gran esfuerzo derrota a un gigante, pero jamás le perdonaría la vida. Esto ilustra el hecho de que determinadas cualidades están intrínsecamente asociadas al carácter de la persona; únicamente las personas verdaderamente fuertes poseen la confianza para aceptar diferentes voces.

Un examen de la historia del PCUS revela una diferencia fundamental entre los estilos de dirección de Lenin y Stalin. Lenin insistía en movilizar la iniciativa de la gente, mientras que Stalin priorizaba el control. Como señaló [Vyácheslav] Mólotov en más de un centenar de entrevistas, durante del periodo de Lenin todo se debatía a fondo en el seno del partido; bajo Stalin prevalecía el silencio. Estas diferencias subrayan el hecho de que únicamente los líderes fuertes son capaces de promover la democracia interna y fomentar la plena iniciativa individual.

El Partido Bolchevique bajo Lenin era muy democrático; es del todo incorrecto afirmar que todas las prácticas de Stalin tenían su origen en Lenin. Únicamente bajo un liderazgo genuino pueden realizar las personas su potencial, puede imperar la democracia y pueden expresarse plenamente las personalidades. En cambio, bajo la dictadura de Stalin, nada de esto es posible.

Paul Le Blanc: Estoy muy de acuerdo con lo que ha dicho el Sr. Shi; son cuestiones importantes y necesarias.

Moderador: Creo que es importante hablar del contexto cultural. Cuando el Sr. Shi se refiere a marxistas, en realidad piensa en personas que pueden acomodar diferentes ideas. Este concepto va más allá del marxismo; significa una persona que ejerce una influencia significativa.

Este diálogo gira en torno a la expresión de opiniones dentro de una organización. El Sr. Shi subraya que, en el contexto chino, puede haber malentendidos sobre lo que significa ser fuerte. La expresión hombre fuerte suele sugerir autoridad, pero esto no refleja toda la esencia del término. No se trata tan sólo de autoridad coercitiva; más bien, el Sr. Shi se refiere a una forma de fortaleza que implica capacidad de acción y compromiso activo.

Shi Yongqin: No me refería a esto. La persona fuerte a que me refiero ha de ser en primer lugar previsora y capaz de comprender el rumbo que toma el desarrollo histórico dialéctico. Solo quienes tienen una visión desde lo alto pueden confiar verdaderamente: una confianza que extraen del hecho de saber que están en línea con las tendencias históricas. Estas personas no solo perciben con claridad la narrativa general, sino también cada punto de inflexión significativo en la historia. Por ejemplo, Trotsky describió en su autobiografía cómo, durante la revolución de 1905, muchas decisiones se tomaron espontáneamente, pero parecían naturales e inevitables.

Esta cualidad refleja la fortaleza de que hablo, como la de Trotsky, que nunca actuó movido por la ambición personal, sino que luchó exclusivamente por el progreso histórico y por la liberación de la humanidad en su conjunto. Por tanto, mi concepto de fortaleza incluye el altruismo: la capacidad de dedicarse enteramente a una causa y de prever el rumbo de las cosas. Estas cualidades son esenciales para el liderazgo, especialmente en comparación con comunistas corrientes que tal vez solo necesiten espíritu de sacrificio y lealtad a la causa.

Moderador: Por consiguiente, la persona revolucionaria se ve a sí misma como sujeto histórico, esto es lo que quería subrayar el Sr. Shi: ser una persona fuerte y al mismo tiempo marxista. Además, ha de dedicarse en cuerpo y alma, sacrificarse por la liberación histórica y salirse del marco histórico actual.

Profesor Le Blanc, ¿tiene usted algo más que comentar sobre esta cuestión? El Sr. Shi establece en efecto unos estándares morales elevados al respecto. Para él, Marx representa altruismo y dedicación. Si estas cualidades definen a una persona marxista, ¿cómo lo percibe usted?

Paul Le Blanc: Pienso que nuestra conversación ha sido muy rica; tal vez es hora de concluir el diálogo implicando a más participantes mediante la difusión pública de transcripciones poco después de que concluya el programa de actos. Valoro mucho los esfuerzos altruistas de quienes organizan este programa y puede que aún queden más puntos que merezcan un comentario, pero esperando que continúen los diálogos con el Sr. Shi y otros y otras compañeras de aquí en relación con las cuestiones que hemos abordado juntos. ¡Creo que ya hemos explorado buena parte del terreno!

Shi Yongqin: Muchas gracias, profesor Le Blanc, por compartir sus conocimiento y sus pensamientos con nosotros; usted es un activista revolucionario y yo nada más que un traductor.

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