Mientras escribo esto, Mitsotakis sigue dudando sobre la decisión crucial de la fecha de las próximas elecciones. ¿Debe convocar elecciones de inmediato, arriesgandose a la constatación oficial del retroceso del apoyo político de su partido entre el electorado, con la esperanza de que estas pérdidas sean limitadas y permitan la formación de un nuevo gobierno de derecha? ¿Debe agotar los límites constitucionales de su mandato, posponiendo las elecciones hasta finales de la primavera / principios del verano de 2023, ganando tiempo para llevar a cabo los “planes” que había prometido en beneficio de los capitalistas griegos? En este último caso, espera que la situación política mejore (de una forma u otra…) para su partido hasta entonces, pero asume el gran riesgo de una difícil derrota electoral al prolongar su permanencia en el gobierno.
Esta ambigüedad, que también podría describirse como una parálisis política, es una prueba más de que estamos viviendo el comienzo del fin de Kyriakos Mitsotakis, un primer ministro [en funciones desde julio de 2019] que, hasta hace un año, con el apoyo total del establishment, parecía un líder con mucho recorrido para las fuerzas burguesas griegas. De hecho, las posibilidades de Mitsotakis de evitar este rápido declive político se basan en las debilidades y contradicciones de la oposición, en particular de SYRIZA (un punto al que volveremos más adelante).
En las raíces de esta situación está la cuestión social, el crecimiento explosivo de las desigualdades sociales como resultado de las políticas económicas y sociales ultra neoliberales de Mitsotakis. La austeridad en Grecia es devastadora, hundiendo los ingresos reales de los hogares de clase trabajadora por debajo del 50% de la media de los Estados miembros de la zona euro. La inflación ronda el 10% y el Banco de Grecia advierte que podría continuar en 2023 y quizás incluso en 2024, contrariamente a las afirmaciones del gobierno de que la inflación es un “fenómeno temporal”. Para los bancos, el tipo de interés de los depósitos se mantiene bloqueado en el 0,04%, lo que erosiona todos los ahorros de los que disponen los hogares de bajos ingresos. Una tímida sugerencia de los funcionarios del gobierno, según la cual los bancos deberían aumentar un poco las tasas de interés de los depósitos y ofrecer una protección mínima a los pobres en relación a sus deudas y sus hipotecas, provocó la reacción furiosa de los banqueros. Mitsotakis tuvo que recular y declarar que, por supuesto, su gobierno nunca se atrevería a considerar “medidas extremas contra el espíritu empresarial”.
Los lectores conocen (o pueden imaginar) el impacto de la austeridad en un país como Grecia, por lo tanto no me extenderé más sobre este tema [sobre este tema, ver el artículo de 12 de octubre de 2022]. Porque hay otro argumento que destacar. Tiene su propio peso político. La política de austeridad, la mayoría de las veces, no viene sola. Se acompaña de una escalada extrema de autoritarismo, corrupción, racismo y nacionalismo. El gobierno de Mitsotakis es un ejemplo típico de esta odiosa mezcla.
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Desde hace algún tiempo, la vida política se ha visto sacudida por el escándalo de la vigilancia [véase el artículo publicado el 14 de septiembre de 2022]. Ahora se ha demostrado más allá de cualquier duda razonable que la oficina del Primer Ministro había creado un “centro” autónomo que supervisaba la vigilancia de los enemigos políticos, incluso de los amigos y colaboradores de Mitsotakis, así como de unas decenas de miles de ciudadanos. Esta vigilancia fue proporcionada por el Servicio Nacional de Inteligencia (EYP), la famosa agencia estatal encargada del contraespionaje y el contraterrorismo. Como ferviente neoliberal, Mitsotakis se encargó de garantizar una “asociación” eficiente de EYP con empresas de “seguridad” privadas y con empresas internacionales que suministran software espía como Predator. Este software espía amplía el alcance de la vigilancia, ya que puede grabar (además de las comunicaciones escritas y verbales) imágenes de la privacidad de la persona objetivo, ofreciendo la posibilidad de chantajearla. No es de extrañar que la empresa que suministra Predator esté dirigida por antiguos (¿?) agentes del servicio secreto israelí y con sede en el estado de Israel.
Entre las víctimas de la vigilancia, al menos aquellas cuyo nombre se ha publicado hasta ahora, se encuentran: el líder del PASOK Nikos Androulakis, dirigentes y ex ministros de SYRIZA, el eurodiputado Georgios Kyrtsos, que fue expulsado de Nueva Democracia después de chocar con Mitsotakis, líderes de otras fracciones del partido de derecha, el ministro de asuntos exteriores Nikos Dendias, el jefe del estado mayor del ejército Konstantinos Floros, oligarcas conocidos, periodistas de investigación y otros.
La revelación de que el ministro de Asuntos Exteriores y el jefe del ejército son vigilados por una “asociación” de agencias estatales y del sector privado (con sede en el extranjero) debería ser suficiente para hacer entrar en crisis incluso a un gobierno de derecha, ya que esta corriente política, en su refundación contemporánea (después de la caída de la dictadura en 1974), se reclamaba de la fuerte tradición “soberanista” del jefe del partido Konstantinos Karamalis [primer ministro de 1974 a 1980, mas tarde presidente de la República].
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Para la izquierda, el problema es obviamente más amplio que eso: la admisión pública de que el EYP vigila sistemáticamente a más de 16,000 personas al año sirve de testimonio de un problema más amplio: un “déficit democrático”. Incluso la “Autoridad independiente” para la gestión de la seguridad de las comunicaciones ha constatado que algunas disposiciones clave de la defensa de la Constitución han sido claramente violadas.
La estrategia defensiva del gobierno es cínica: Mitsotakis simplemente repite que “no era consciente” de la vigilancia y ataca a la oposición desarrollando el argumento de que el contraespionaje y el contraterrorismo son indispensables en el mundo de la política contemporánea. Los esfuerzos de SYRIZA y PASOK para hacer frente a este escándalo respetando el marco establecido por las instituciones estatales, es decir, eligiendo enfrentarse a Mitsotakis sin enfrentarse al EYP, han demostrado ser, hasta ahora, una ayuda importante para la supervivencia del campo gubernamental.
El caso de la vigilancia es indicativo de la orientación general del gobierno y su doctrina sobre lo que llama “Estado Ejecutivo”. El gobierno que continúa las privatizaciones, disminuye y desregula el empleo en el sector público, lleva a los hospitales públicos al borde del colapso es el mismo que invierte fuertemente en el fortalecimiento y la “modernización” de las fuerzas represivas del Estado. “Cuando Mitsotakis padre era primer ministro (1989-1993), utilizó una expresión emblemática en relación a la policía: ”¡Ustedes son el estado!” Esta expresión resume la trayectoria actual de Kyriakos Mitsotakis hijo.
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Hace unos días, Kostas Fragoulis, un joven gitano de 16 años, salió de una gasolinera sin pagar los 20 euros de gasolina que había comprado. Un grupo de las fuerzas especiales de la policía lo persiguió y, después de lograr inmovilizarlo, le disparó dos balas en la cabeza. Este fue el segundo asesinato de un joven gitano por parte de la policía en un año. El asesinato provocó disturbios en los campos gitanos y manifestaciones de indignación de la izquierda radical en muchas ciudades. A pesar de las intensas movilizaciones, el policía asesino fue liberado (en detención domiciliaria) hasta que tuvo lugar su juicio (un día quizás…). El ministro de policía dijo que no toleraría ningún esfuerzo para alentar “síndromes fóbicos” en las filas de la policía.
Para no dejar dudas sobre las prioridades del gobierno, la noche en que se anunció oficialmente la muerte de Kostas Fragoulis, mientras los campos de gitanos estallaban de ira, ¡Kyriakos Mitsotakis anunció una bonificación adicional de 600 euros a cada policía por Navidad! “Esta política de apoyo despiadado y provocador al aparato estatal represivo es una elección unánime de la clase dirigente: ¡el “mensaje“ del régimen era tan claro que obligó a SYRIZA e incluso al Partido Comunista a votar en el parlamento a favor del apoyo financiero a las fuerzas policiales!”!
El fortalecimiento del “Estado Ejecutivo” contra todos los de abajo (trabajadores, trabajadoras, estudiantes, mujeres que luchan contra el sexismo, inmigrantes y refugiados, gitanos, etc.) no va acompañado de ninguna eficacia en los casos de corrupción. En el momento en que escribimos esto, se están llevando a cabo tres grandes juicios, todos vinculados a una red que los periodistas califican de “mafia policial griega”. Se refieren a la persecución (¿?) de altos funcionarios al frente de una red que está acusada de tráfico de drogas, de proporcionar “protección” remunerada a burdeles ilegales, prostitución de adolescentes, violación y “puesta en la acera” de niñas y cuatro asesinatos de competidores del crimen organizado. No es de extrañar que entre los acusados se encuentren políticos de rango intermedio del partido gobernante, miembros de la Iglesia, partidarios de la “ley y el orden” y, por supuesto, fanáticos racistas. Todos estos casos fueron eclipsados en la prensa por el estallido del escándalo de “Qatargate” y la detención de la eurodiputada “socialista” Eva Kaili.
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La detención de Eva Kaili ilustra la corrupción en los órganos de la Unión Europea y sin duda tendrá impacto a nivel europeo más amplio, pero eso va más allá del alcance de este artículo. Aquí, es útil señalar algunos elementos sobre la relación entre este caso y las orientaciones generales adoptadas por el Estado griego, así como el impacto que tendrá la detención de Kaili en la política griega.
La relación “privilegiada” de Kaili con Qatar no fue una elección aislada y personal. Bajo Mitsotakis, el Estado griego firmó un acuerdo de “asociación estratégica” con los Emiratos Árabes Unidos. Prevé “contribuciones mutuas” en materia de defensa, seguridad, amenazas a la soberanía, etc. El acuerdo prevé el intercambio de armas y la coordinación entre las fuerzas armadas y las fuerzas de represión. Más recientemente, Mitsotakis y el príncipe heredero Mohammed bin Salman se conocieron en Atenas y firmaron un “acuerdo estratégico” entre Grecia y Arabia Saudí. Además de las cuestiones de defensa y seguridad, el acuerdo prevé la cooperación en los ámbitos de la energía y los oleoductos en el Mediterráneo oriental. Además, en el campo no tan inocente del fútbol, Grecia, Arabia Saudí y Egipto están considerando una candidatura conjunta para la organización de la Copa Mundial de Fútbol de 2030… Este es el marco general en el que Eva Kaili actuó, con cierto entusiasmo y sin preocuparse por sus ventajas materiales personales.
Eva Kaili es una representante típica del “extremo centro”, perteneciente a la socialdemocracia degenerada en su era social-liberal. En 2015, fue una de las partidarias más extremista del frente “anti-izquierda”, como miembro de la corriente del PASOK que promovió una alianza estratégica con la derecha para hacer frente a la amenaza de grandes luchas del mundo del trabajo. Más tarde, se alió con Andreas Loverdos, el candidato a la dirección del PASOK que abogaba por una alianza con Kyriakos Mitsotakis, una posición que llevó a su derrota ante Nikos Androulakis en las elecciones primarias del partido.
Combinado con la revelación de que Nikos Androulakis estaba bajo vigilancia, la detención de Eva Kaili (y la posibilidad de nuevas revelaciones sobre su colaboración con miembros históricos de Nueva Democracia como el ex comisionado europeo de Migración, Asuntos Internos y Ciudadanía de 2014 a 2019 Dimitris Avramopoulos) disminuye aún más las posibilidades que quedaban -tras la elección de Androulakis como lider del PASOK- de una alianza gubernamental entre Nueva democracia y el PASOK tras las próximas elecciones. Esta debilidad en el ámbito de los aliados potenciales es un problema político importante para Kyriakos Mitsotakis.
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El gobierno de derecha, dirigido por el ultra-neoliberal Kyriakos Mitsotakis, ha demostrado ser un gobierno realmente peligroso y reaccionario que funciona como una “máquina de guerra” para el capital en todos los aspectos de su política.
Su desgaste político, el surgimiento de sus debilidades, las dificultades que enfrenta para convencer que finalmente puede mantener el control sobre las competiciones políticas y electorales han creado dudas en las filas de la clase dirigente sobre la forma de futuros gobiernos. Esto se refleja directamente en el debate animado por la prensa pública sobre la posibilidad de gobiernos basados en un “consenso más amplio”. Esto también se refleja indirectamente en el hecho de que entre los objetivos vigilados por el EYP se encontraban oligarcas hiperactivos, lo que indica que Mitsotakis está preocupado por el apoyo que recibe de la clase dirigente.
Pero la mayor amenaza para Mitsotakis es un aumento de la actividad reivindicativa de los sectores populares. Durante la huelga general del 9 de noviembre y las protestas por el aniversario de la revuelta antidictadura de noviembre de 1973, la participación masiva fue la más importante después de nuestra derrota política en 2015 [victoria del referéndum seguida de la rendición de SYRIZA] y de la victoria política de la derecha en 2019. La continuación de las manifestaciones estudiantiles contra el establecimiento de una policía universitaria en los campus, la actividad antirracista y antifascista, la lucha de las mujeres contra el sexismo, etc. refuerzan esta observación. Este fortalecimiento de las luchas no está exento de impacto político.
Cuando Alexis Tsipras acordó con Mitsotakis en el Parlamento la prima económica a las fuerzas policiales, cientos de miembros de SYRIZA reaccionaron con una declaración pública titulada “¡No en nuestro nombre!”. Cuando el Partido Comunista votó con SYRIZA esta bonificación provocativa para la policía, la agitación incluso en sus filas fue tal que, por primera vez en la historia reciente del partido, el secretario general [desde abril de 2013], Dimitris Koutsoumpas, se vio obligado a una autocrítica pública en el parlamento.
La caida de este gobierno es objetivamente posible. Pero, en última instancia, su destino estará determinado por la orientación política y el funcionamiento de la oposición de izquierda y, sobre todo, por el potencial de intervención del movimiento de resistencia que “vendrá de abajo”, sin dejar a Kyriakos Mitsotakis ningún margen de maniobra para reorganizarse.
Artemio López advierte, con ejemplos históricos de Europa y América Latina, que cuando las alianzas de sectores progresistas se quiebran los únicos que se benefician son los sectores más reaccionarios, que imponen políticas neoliberales de ajuste y austeridad. Una llamada de atención para las contradicciones internas que vive hoy el gobierno argentino.