El triunfo de la extrema derecha en las recientes elecciones en Chile deja a este sector, opuesto al reemplazo de la Constitución de 1980, como principal fuerza del nuevo Consejo Constitucional. Con una campaña alejada del debate constitucional y centrada en cuestiones como la inseguridad, el progresismo sufrió una dura derrota que impactará sobre el gobierno de Gabriel Boric. Las recientes experiencias regionales y de la periferia europea muestran que cuando se incumplen los contratos electorales, normalmente, se parten las “coaliciones progresistas” (llamémoslas así a falta de mejores nominaciones). Luego se refuerzan internamente las posiciones conservadoras, y los sectores más dinámicos se van de la coalición con escaso éxito electoral o alcanzan sus mínimos históricos en la consideración ciudadana si deciden mantenerse dentro del esquema coalicional. Finalmente, tras este proceso de desgranamiento es habitual que triunfen en las elecciones generales la derecha partidaria, en ocasiones en alianza explícita o implícita con la ultraderecha, dando por clausurado el ciclo progresista. Grecia, Portugal , en el corto plazo España, Brasil y Chile son ejemplos consumados o en camino hacia la derrota política y electoral.