El ataque en la capital Doha de Qatar realizado por Israel el pasado 9 de septiembre, con el objetivo de eliminar físicamente a los representantes del Hamás ahí presentes, ha provocado una reacción de repudio a nivel internacional: este ataque constituye una nueva violación a la integridad territorial de un Estado soberano por parte de Israel. Mientras tanto el embajador argentino en Israel, Axel Wahnish, anticipó hoy que el Gobierno está trabajando en un “ memorándum histórico ” entre ambos países para fortalecer su alianza en defensa de “la democracia y la libertad”, en un contexto de escalada de la confrontación en Medio Oriente con los grupos extremistas.
La insurrección popular nepalí es producto de una sucesión de crisis y de un creciente rechazo a la elite política. Las promesas de diversas facciones comunistas, que gobernaron el país tras la caída de la monarquía, fueron frustradas una y otra vez, mientras la corrupción y el autoritarismo se volvían moneda corriente. Hoy, Nepal se encuentra en una encrucijada decisiva. La incapacidad de la izquierda para consolidar sus logros y transformar las aspiraciones de la revolución en estructuras sostenibles de democracia y justicia social ha creado un vacío transitorio. Si fuerzas autocráticas u oportunistas llenan este vacío, los objetivos originales de la revolución republicana de 2008 podrían enfrentar serias demoras y retrocesos. El problema de fondo no es si regresará la estabilidad -lo más probable es que eso ocurra-, sino bajo qué liderazgo se manifestará y qué forma tomará esa estabilidad, nada que a los argentinos nos resulte extraño. El mundo cabe en una baldosa.
La geopolítica euroasiática ha experimentado un giro hacia el este, marcado por el ascenso de China y el retorno de la Federación Rusa. Este cambio ha planteado interrogantes sobre la convergencia entre estas dos potencias y su incidencia en el establecimiento de una entente o reacción frente a los Estados Unidos. La nueva configuración global ha llevado a una revisión exhaustiva de la literatura sobre el proceso de articulación de intereses entre la China continental y la Rusia de Vladimir Putin.
La economía estadounidense está entrando en un período de "estanflación", es decir, aumento de la inflación y aumento del desempleo. La estanflación muestra que tanto la teoría keynesiana como la monetarista de la inflación son falsas. Y eso significa que cualquier cosa que haga la Reserva Federal sobre las tasas de interés o las inyecciones monetarias tendrá poco o ningún efecto sobre la inflación o el empleo, los supuestos objetivos del banco central.
El asesinato de Charlie Kirk parece una prueba más de que la manía violenta de Estados Unidos choca frontalmente con el tribalismo deshumanizante de nuestra cultura política. (Angela Weiss)
Para el FMI, Argentina es un negocio que no puede fallar. Por este motivo a pesar de los audios, de los votos bonaerenses y las disputas al interior del bloque en el poder, con críticas desplegadas incluso y notablemente desde los medios hegemónicos (y no tanto), el apoyo del organismo gendarme, persiste. Una nota breve de Silvina Batakis fundamentaba en abril la persistencia de este respaldo. Veremos cuánto resiste.
El bombardeo israelí del martes contra el equipo negociador de Hamas en Qatar encubre, en realidad, la voluntad del gobierno de Benjamín Netanyahu de poner en marcha un plan para consolidar su limpieza étnica en la Franja de Gaza. Si no ¿de qué sirve intentar asesinar a los negociadores de Hamas cuando hablan sobre los términos de un alto al fuego?
La era digital borra identidades y vínculos mientras el poder tecnocrático moldea conciencias globales. El gran dilema de nuestro tiempo es compatibilizar la idea de progreso con la inteligencia artificial y la esencia humanista de la Doctrina Social de la Iglesia. Confiemos que este mundo desacralizado, después de siglos de materialismo, caracterizado por la ausencia de lo sagrado, no sea un impedimento para hacer de la IA un instrumento humanista de progreso y no un factor de poder para someter la libertad humana a la matemática de los algoritmos.
A través de Israel y la ideología del sionismo, las élites occidentales reinventaron su sistema de control racista y lo vendieron como una causa "moral". Ahora el juego ha terminado. La campaña de Israel para erradicar Gaza está a punto de entrar en su tercer año. Este no es solo un momento simbólico. Es hora de la verdad, tanto para los que llevan a cabo la destrucción del enclave como para los que se oponen a ella.
La reciente aparición de la pintura callejera del artista plástico Banksy, en Londres, pone en evidencia un nuevo fenómeno: la violencia institucional judicial, la que ejercen numerosos magistrados que amparan gobiernos autoritarios, y que suele ser más sutil que la violencia policial, porque no es una tonfa o una cachiporra, sino una sentencia que se escribe con la misma violencia y crueldad.
El pasado mes de marzo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaba a bombo y platillo un plan para rearmar a Europa ante el peligro ruso y la imprevisibilidad del histórico sheriff norteamericano. Un nuevo aumento, sin precedentes, del gasto militar europeo: hasta ochocientos mil millones en cuatro años. Para ello, se propone relajar las omnipresentes reglas de disciplina fiscal, permitiendo el endeudamiento de los Veintisiete; se favorecerán nuevos préstamos a los Estados mediante la reforma del Banco Europeo de Inversiones (BEI) e, incluso, se permitirá a los gobiernos desviar dinero destinado a los fondos de cohesión para el gasto militar. Lo que nunca fue posible para construir una Europa social, ahora es posible para construir una Europa de la guerra.
Los aranceles de Donald Trump equivalen a un impuesto encubierto a las clases medias y trabajadoras, envuelto en el lenguaje de la soberanía. En la práctica, se trata de una redistribución hacia arriba y de una especulación corporativa, lo que alimenta una desigualdad que corroe la estabilidad y erosiona la democracia.
La personalidad ególatra e impredecible de Donald Trump puede hacer caso omiso del plan para Venezuela ideado por Marco Rubio al no producirse un alzamiento popular contra Maduro. O puede implicarse en una invasión si en otros continentes no encuentra salidas beneficiosas para Estados Unidos o para su prestigio personal, en especial en los casos de la guerra Rusia-Ucrania, las guerras de su aliado Israel en Medio Oriente o en sus múltiples cercos a China.
Desde la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el mundo ha observado con sorpresa cómo la política exterior de Estados Unidos se ha vuelto cada vez más unilateral y agresiva, lo que genera profundas preocupaciones sobre el futuro de la política internacional. Estas preocupaciones se derivan no solo del historial de su mandato anterior, sino también del creciente resurgimiento de políticas intervencionistas y unilaterales que han recuperado gradualmente protagonismo en los últimos años, desarrollos que se han acelerado durante los primeros días de la nueva administración de Trump.
La rueda de noticias sobre atrocidades hace que los medios occidentales estén tan ocupados persiguiendo el último crimen de Israel en Gaza que nunca se detienen lo suficiente para reconstruir la historia más grande del genocidio. Una investigación de la CNN sobre el ataque de Israel al Hospital Nasser esta semana (un ataque que mató a más de 20 personas, incluidos trabajadores de emergencia y cinco periodistas) es un estudio de caso de cómo incluso el periodismo bien intencionado, que aparentemente examina los crímenes israelíes, termina ocultando más de lo que revela.
«Lo que encuentro políticamente significativo en Europa y América del Norte es el profundo vacío en el interior de las ideologías del extremo centro. Todo lo que se presenta como posibilidad de reproducir una normalidad occidental se vuelve como una caricatura hueca […] Mi modesta proposición es la versión antifascista de la idea de Nietzsche de devenir lo que eres. Ser lo que ellos piensan de ti. Realizar su enemigo imaginario.»
— Alberto Toscano
¿Cuánta unidad se requiere para ganar y luego cómo gobernar? El FDT fue aleccionador sobre los límites de la unidad a la hora de gobernar. La experiencia de Luiz Inácio Lula da Silva en el poder en Brasil ilustra que una estrategia de frente amplio en la campaña es decididamente débil a la hora de cómo gobernar realmente. Discusiones sobre el triunfo electoral y la derrota política.
Estados Unidos ha entrado en una nueva fase de su larga guerra contra Venezuela. Tras agotar las herramientas económicas y diplomáticas, ha recurrido a la palanca militar, enviando buques de guerra al Caribe en una flagrante demostración de fuerza.
Esta escalada pone fin a años de ataques imperialistas contra el gobierno bolivariano en Caracas, que comenzaron con amplias sanciones durante el gobierno del ex presidente estadounidense Barack Obama, se endurecieron a niveles sin precedentes durante el gobierno del presidente Donald Trump y se mantuvieron gracias a un consenso bipartidista.
Oficialmente, Washington presenta esto como parte de una amplia campaña antinarcóticos dirigida contra las llamadas organizaciones terroristas. Pero esta historia se desmorona al ser analizada a fondo. Lo que Estados Unidos realmente busca es un cambio de régimen y el control regional, apenas disimulado tras la retórica de la guerra contra las drogas.
La narrativa convencional de las relaciones internacionales presenta al «Estado fallido» como una anomalía, un desastre político, un vacío de poder; un territorio sumido en el caos donde la ley ha sido reemplazada por la violencia primaria y donde la comunidad internacional debe debatir, con una mezcla de conmiseración y fastidio, la posibilidad de una intervención humanitaria o de estabilización, dependiendo siempre de su beneficio estratégico inmediato. Los recientes casos de corrupción que acechan a su gobierno, incluyendo las acusaciones contra su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, por la contratación de funcionarios con sobresueldos en negro y la manipulación de la cadena de pagos del Estado, sobre todo de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), sacarles a los discapacitados para su bolsillo, no es una anomalía. Son la consecuencia natural de un proyecto que concibe el Estado no como un árbitro del bien común, sino como un botín a repartir entre los leales. La retórica anarcocapitalista de «destruir el Estado» se traduce, en la práctica, de entregar lo que queda de él.
En 2019, la profesora de economía Gita Gopinath dejó los pasillos de la Universidad de Harvard para convertirse en economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tres años más tarde, dio un salto sin precedentes del análisis económico a la gestión de políticas, convirtiéndose en la primera "subdirectora gerente" -o la número dos efectiva del FMI- la mano derecha (mujer) de la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva. El viernes pasado, se fue para regresar a la academia en Harvard.