Como advierte Laura Duimich (Universidad Nacional del Comahue) Göran Therborn, el gran sociólogo sueco, "desarrolla uno de sus aportes originales al problematizar la noción de interpelación que introdujo Louis Althusser: ¿Cómo funciona la producción de subjetividades por la ideología? Distingue tres modos fundamentales de interpelación ideológica a partir de los cuales las ideologías “someten y cualifican a los sujetos” diciéndoles, haciéndoles reconocer y relacionándolos con, en primer lugar, lo que existe y, por ende, lo que no existe. La ideología dice al sujeto quién es, qué es el mundo, cómo es la sociedad; adquiere un sentido de identidad y se hace consciente de lo que es verdadero y cierto. Luego, la ideología señala qué es lo bueno, lo correcto, lo bello , etc, para estructurar y normalizar los deseos. Por último, Therborn destaca que la ideología enuncia "qué es lo posible e imposible"; de modo que da forma al sentido de mutabilidad del ser-en-el-mundo y las consecuencias de cambio, a partir de las cuales se formarán esperanzas, ambiciones y temores. Son estas formas de interpelación, que operan conjuntamente, las que conformarán tendencias a la conservación o el cambio de un orden social. Este aspecto ha perdido lugar en la reflexión teórica, pero aún no deja de señalar aquello que es posible o imposible en un orden social. Por eso, para el campo teórico que busca una transformación de la sociedad es difícil prescindir del concepto de ideología, mientras que para las posiciones de conservación del orden social es clave invisibilizar la ideología o determinar su irrelevancia en términos conceptuales". Estas tres operaciones ideológicas implicitas en la formación de la ideología dominante, resultaron desafiadas por Néstor Kirchner en su "praxis" como nunca antes desde el peronismo bautismal de Perón y Evita, a mediados del siglo pasado.