Incluso dentro de un marco ampliamente capitalista, hay estrategias disponibles que se alejarían de un futuro distópico y detendrían y/o revertirían los procesos de desigualdad crecientes. Abordar la desigualdad requiere un enfoque doble. El primero cubre la predistribución: garantizar que las políticas, las instituciones y los sistemas regulatorios no permitan la generación de ingresos y riqueza altísimos por parte de unos pocos mientras se niegan salarios decentes a los trabajadores. El segundo se relaciona con la redistribución: crear sistemas tributarios que obliguen a las personas extremadamente ricas y a las grandes corporaciones a pagar su parte justa, y asegurarse de que estos recursos se utilicen para financiar la inversión en bienes públicos y el gasto que mejore los derechos sociales y económicos de las personas. Y son estrategias imprescindibles porque la democracia sustantiva solo puede sobrevivir en un sentido significativo en la medida en que controle y regule con éxito los procesos de concentración de poder y riqueza de la élites.
La primera vuelta de las elecciones bolivianas selló el fin del Movimiento al Socialismo (MAS), dejándolo prácticamente fuera del Parlamento luego de dos décadas de dominio político e institucional. Su antiguo electorado se desplazó en gran medida hacia la candidatura de Rodrigo Paz Pereira, ubicado en la centroderecha, lo que plantea preguntas sobre el devenir del llamado «bloque popular» y la izquierda boliviana. La segunda vuelta del 19 de octubre determinará cómo se adaptará Bolivia al nuevo clima político regional, heterogéneo.
Esta semana el precio del oro en dólares estadounidenses alcanzó los 4.000 dólares por onza troy. Este es un máximo histórico (al menos en dólares nominales). Pero incluso ese máximo parece que será superado, y el banco de inversión Goldman Sachs pronostica $4900 por oz para fin de año. Y el precio del oro en otras monedas importantes también ha ido subiendo.
Aunque el plan de paz para Gaza presentado por el presidente Trump y el primer ministro israelí Netanyahu deja muchas preguntas clave sin respuesta, sí aclara algunas cuestiones pendientes desde hace tiempo, principalmente qué hacer con Tony Blair. Bonus El el mensaje que el primer ministro Benjamín Netanyahu que emitió este martes con motivo del segundo aniversario del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023.
Las tropas israelíes controlan el 82% del territorio de Gaza (OCHA), considerado zona militar prohibida o bajo órdenes de evacuación forzosa. Israel ha exterminado familias y barrios enteros, el 92% de las viviendas han sido dañadas o destruidas, según la ONU, y solo 14 hospitales (de 36) funcionan de forma parcial. Las tropas israelíes controlan el 82% del territorio de Gaza (OCHA), considerado zona militar prohibida o bajo órdenes de evacuación forzosa. Israel ha exterminado familias y barrios enteros, el 92% de las viviendas han sido dañadas o destruidas, según la ONU, y solo 14 hospitales (de 36) funcionan de forma parcial.
En contraste con el EEUU de Trump, el gigante asiático, segunda economía mundial, se convierte ahora en emblema de un nuevo consumo de energía que ofrece pero también demanda proporciones inéditas de fuentes sostenibles y pone límites al reinado de los fósiles que movieron al mundo durante tres siglos.
Gideon Levy, uno de los periodistas más conocidos de Israel, columnista de larga data del diario Haaretz, que ha dedicado su carrera a cubrir la cuestión palestina desde el interior de Israel, recibió el sábado en Roma el Premio Kapuściński en el Festival de Literatura de Viajes. Le entrevista para el diario il manifesto Chiara Cruciati, que se centra en su último libro publicado en Italia, Killing Gaza.
El grito cinematográfico de Rod Tidwell, aquel receptor de fútbol americano en la película Jerry Maguire, suplicando «!Show me the money!» (¡Muéstrame el dinero!), ha trascendido la pantalla para convertirse en un eco grotesco de la diplomacia financiera contemporánea. En un giro tragicómico de la geopolítica, es el presidente argentino quien, en la realidad, se encuentra en la posición de tener que exigirle algo similar al secretario del Tesoro estadounidense y a la sombra aún alargada de Donald Trump.
Hace más de cinco años, el 28 de enero de 2020, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio a conocer su plan de paz para Palestina en una ceremonia celebrada en la Casa Blanca a la que asistió el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El plan fue redactado por el yerno de Trump, Jared Kushner. Durante su campaña electoral, Trump se había comprometido a negociar lo que él denominó el “acuerdo del siglo” entre los árabes y el Estado de Israel, una expresión que Netanyahu repitió en sus efusivos elogios al presidente estadounidense durante el acto.
Una agresión militar contra Venezuela pareciera ser el objetivo del despliegue militar estadounidense en el Caribe. Las declaraciones de los voceros estadounidenses, como las primeras acciones estadounidenses en el terreno, preparan, a simple vista, una narrativa para consumo estadounidense de legitimidad para atacar suelo venezolano por estar en lucha contra un “cartel del narcotráfico”, liderado por el chavismo, que inunda las calles estadounidenses con droga.
A lo largo del siglo XX y hasta hoy, el sionismo no solo ha sido una ideología de colonización y apartheid, sino también un campo de divisiones políticas, éticas y personales en la diáspora judía y en las izquierdas globales. Desde los intelectuales comunistas judíos hasta la vida cultural árabe, desde la liberación negra hasta la filosofía radical francesa, nuestras orientaciones y vocabularios políticos arrastran ya numerosas huellas sedimentadas del imperativo de prestar atención al lenguaje de la liberación palestina, de romper con la lógica colonial de dominación y aniquilación del sionismo y de trabajar por la libertad y la igualdad desde el río hasta el mar.
En la capital del reino de Occidente, allí donde los hombres impecablemente vestidos con trajes de sastrería y finas corbatas de seda decidían el destino del mundo entre canapés y discursos de champán, se celebró un festín de consecuencias históricas. No era, sin embargo, un banquete cualquiera, sino una ceremonia de autoengaño colectivo.
En Argentina, el discurso oficial del sionismo es el que prima, incluso judicialmente. Todo ataque al sionismo es considerado antisemitismo y es punible penalmente. Los palestinos son terroristas e Israel siempre está en peligro y tiene derecho a defenderse. ¿Cuál es el peso político real del sionismo en Argentina y por qué?
El 22 de septiembre de 2025, 155 países en la Asamblea General de la ONU reconocen formalmente al Estado de Palestina. Este evento es presentado como un momento histórico, un punto de inflexión en la larga y agónica lucha por la autodeterminación palestina. La paradoja es obscena, la legitimidad internacional alcanza su cenit precisamente cuando la posibilidad material de un Estado palestino viable se desvanece hasta casi la inexistencia. Este reconocimiento, no es un preludio de la libertad, sino su epitafio burocrático. El divorcio absoluto entre la retórica grandilocuente de la comunidad internacional y la realidad catastrófica sobre el terreno no es un accidente, ni un error de cálculo o un fallo logístico. Por el contrario, es el síntoma deliberado y predecible de una maquinaria de poder global cuidadosamente engrasada, cuyos engranajes giran con una sincronización letal.
El ciclo de noticias tiene reglas que todo periodista novato entiende. Cuando los medios deciden romperlos, puede estar seguro de que es por razones completamente no periodísticas. Se puede decir mucho por la forma en que los medios eligen cubrir una noticia, y por los hechos que deciden enfatizar en un titular. Y se puede decir aún más por el hecho de que, en ciertos temas, los medios eligen uniformemente romper las reglas más básicas de recopilación de noticias que se enseñan a todos los periodistas jóvenes.
La semana pasada, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, ofreció una línea de canje de 20.000 millones de dólares al gobierno de Javier Milei en Argentina y se comprometió a comprar sus bonos, mientras la administración Trump avanzaba para apuntalar a su aliado ideológico. Las medidas detuvieron temporalmente una caída en los mercados de divisas y bonos argentinos provocada por el rápido agotamiento de las reservas de divisas del país mientras Milei buscaba defender una moneda sobrevaluada.
En su último libro el historiador Enzo Traverso aborda el genocidio sobre el pueblo palestino desde diferentes aristas. El ensayo es una contundente denuncia del accionar del Estado de Israel de los últimos meses sin perder la perspectiva histórica de los debates.
La seguidilla de atentados y el asesinato del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay dieron paso a un viraje en la estrategia del presidente Gustavo Petro. En un año preelectoral, rumbo a las elecciones de 2026, la seguridad vuelve a ocupar el centro de la agenda, con el riesgo de que los grupos armados incrementen la violencia a la espera del nuevo gobierno, mientras se enfrentan entre sí por el control territorial.
Una de las paradojas más significativas, y potencialmente más trascendentales, de la política exterior estadounidense contemporánea se está gestando en los círculos de poder de Washington. Mientras la administración Trump-Hegseth proyecta al mundo una imagen de retirada “estratégica” de los compromisos globales—evidenciada en su escepticismo hacia la OTAN, su desdén por los “ballets diplomáticos” multilaterales y su consigna de “America First”—, una facción intelectual y operativa dentro de su propio aparato de seguridad nacional teje meticulosamente lo que podría constituir la política exterior más abiertamente intervencionista en el hemisferio occidental en décadas.
El Gobierno formado a finales de 2022 por Benjamin Netanyahu, junto con grupos sionistas aún más radicales que su propio partido de extrema derecha, es el más extremista de la historia del Estado de Israel. Menos de diez meses después de su formación, este Gobierno aprovechó la oportunidad que le brindó la operación del 7 de octubre de 2023 para librar una guerra genocida en la Franja de Gaza que supera en horror a todas las guerras anteriores de Israel.