Milei en las primarias presidenciales de Argentina para las PASO conmocionó al mundo. No solo el ecosistema político interno quedó atónito: una reacción global vio la popularidad digital de Milei superar a Donald Trump y Vladimir Putin inmediatamente después de las elecciones. El economista ultraliberal con cabello salvaje es una sensación tal que incluso un informe de inversores de JPMorgan Chase calificó la situación como un «terremoto de Milei», ya que los banqueros de Wall Street pronostican una tasa de inflación aún mayor y una desaceleración económica debido a una mayor incertidumbre.
No deja de sorprender cómo, en estos primeros días, el periodismo vernáculo que el propio Milei denuncia como «ensobrado» (comprado) ayuda a instalar la agenda libertaria y naturaliza al candidato, e incluso, a la hora de entrevistarlo, se autolimita en el tono y teme sus arrebatos. Hasta parecen haberse intercambiado los roles; el que queda desubicado o fuera de foco ya no es un Milei que vocifera barbaridades, sino los periodistas que titubean o son corregidos una y otra vez cuando aquel presenta su programa de gobierno, por momentos con un tono didáctico, de maestro, ante alumnos confundidos. Su voz se cargó de autoridad, aquella que le dan las urnas.
En remplazo del viejo «dedazo», más técnicamente el proceso del » tapado y tapadismo» en épocas del PRI hegemónico en México, y a pesar de las pullas, cornetines y chascarrillos que engalanan las reuniones de la patria consultora, la «compañera Sheinbaum» salió victoriosa en las cinco (5!) encuestas realizadas y desde este 7 de septiembre se convirtió en «la que más mide» y entonces …. nueva coordinadora nacional de los comités de defensa de la Cuarta Transformación, y en esa condición será la candidata del partido oficialista, Morena.