Desde devaluaciones hasta cambios en impuestos y servicios públicos, el país enfrenta desafíos sin un programa claro de estabilización que frene la escalada inflacionaria y el deterioro de la moneda nacional. ¿Hacia dónde se dirige realmente la economía argentina?
“Qué más da si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones”. Esta frase del líder chino Deng Xiaoping, de finales de los 70, sirve para resumir el pragmatismo por el que se ha caracterizado la evolución de la política económica china en las últimas décadas.
Un individualismo neoliberal y posmoderno -desarrollos degradados del ilustrado y liberal- que confluyen en una misma visión de “libertad”, ajena a todo imperativo social, centrada en la autosatisfacción de los deseos y en la mercadotecnia del yo. Un modelo hedonista, cuyo superego es la pantalla del celular que le permite bucear en una realidad sustitutiva como individuo propietario renuente a toda imposición social y desde luego, reproduciendo un modelo económico social al servicio del 1% más rico de la población mundial.