La riqueza media por persona de China en 2000 era aproximadamente el doble del promedio mundial; ahora es más de tres veces. Además, ¡ahora es superior a la media de toda Europa (es decir, Europa occidental y oriental)!
Y este punto persiste: si posee una propiedad para vivir y, después de contraer cualquier deuda hipotecaria, todavía tiene más de 100.000 dólares en capital y ahorros, se encuentra entre el 10% de los adultos más ricos del mundo. Puede que le resulte difícil de creer, pero es cierto porque la mayoría de los adultos en el mundo no tienen riqueza alguna.
El mapa pintado de violeta, casi sin excepciones, había sido un cachetazo. Javier Milei había arrasado en las provincias peronistas, había destronado a Sergio Massa como candidato más votado y, para colmo, esgrimía un caudal de votos que lo volvía una fuerza de cuidado en el Congreso. Después del sacudón inicial, sin embargo, el comando de campaña de Unión por la Patria comenzó a hacer números, diseccionó distritos y se abocó a confeccionar un mapeo de potencialidad electoral que, por estas horas, les permite cultivar un moderado optimismo.
Estas reflexiones pueden leerse como un hilo de Twitter nacional y popular. O sea, seguidas o salteadas. Cada tuit –antiguas fichas de investigación– arranca con una pequeña oración en cursiva que sintetiza su contenido. Se trata de una especie de rayuela. Cada salto es un asalto al peligro del fascismo, palabra sobre la que se proyecta cierto negacionismo difundido en sectores del campo propio, porosos a ese flujo libidinal oscuro, y en el campo antagonista, cuyos integrantes conspicuos la arrojan contra su otredad social y política.