Halcones, palomas, derecha, ultraderecha, son categorías poco consistentes y obsoletas. La dinámica electoral que adquieren las democracias occidentales, parece mejor analizarlas con categorías sociológicas tradicionales como “bloque histórico”, robustas conceptualmente que politólogicas modernas de bajo desarrollo teórico, que buscan ver la “diversidad formal” allí donde la “unidad real” se impone de manera contundente y “urbi te orbi”. Pasó en España, pasó en Argentina, pasa en Holanda. Ya no hay atajos, es un nuevo bloque histórico, estúpido. Las consecuencias políticas de estas divergencias de miradas son enormes.
En enero de 2024 se cumple un siglo de la muerte de Lenin. A pesar de las distancias, reencontrarnos hoy con el pensamiento leninista es una tarea tan imprescindible como siempre para cualquiera que quiera dar la batalla por un mundo más justo.
A poco más de diez días de haber ganado las elecciones, las incertidumbres sobre el futuro gobierno se multiplican en lugar de despejarse. Lo único claro que han dejado los prolegómenos de la asunción de Javier Milei al solio de Rivadavia es que gobernará la derecha liberal, pero, cuál de sus versiones se impondrá, es una incógnita total. Cómo lo es también qué pasará con el peronismo derrotado.