En el libro El capital odia a todo el mundo: fascismo o revolución, Maurizio Lazzarato no usa demasiadas páginas para explicar un fenómeno muy complejo que, incluso, se atreve a encerrar de arranque en un título.
Lenta pero inexorablemente la erosión de la imagen de gestión y la personal de Javier Milei por el rigor del ajuste anticipan la megacrisis socioeconómica que se avecina.
¿Quién ganó la elección presidencial en Venezuela? ¿Hubo fraude? ¿Qué ocurrió con los datos del Consejo Nacional Electoral (CNE)? ¿Hubo hackeo a los resultados? ¿Las actas opositoras reflejan el verdadero resultado? ¿El gobierno está reprimiendo a opositores indefensos? ¿La oposición salió a la calle pacíficamente? ¿Sería importante esta elección si Venezuela no fuese la primera reserva mundial del petróleo y uno de sus mayores productores? ¿Por qué se discute la parcialidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) cuando se trata de un poder independiente del cual participa la oposición?
Estas, entre otras, son las preguntas que más se formulan por estos días. Para intentar responder algunos de esos interrogantes debemos irnos un poco más atrás en la historia. Esta elección se enmarca en una cadena secuencial que es necesario conocer para poder comprender las particularidades de la política venezolana.