Las propuestas de las derechas es dar una vuelta de tuerca reaccionaria a todo lo que representa derechos y libertades. Hay que impedirlo, pero el actual régimen, con su capitalismo de amiguetes y limitación de derechos, ha creado el caldo de cultivo para ese giro reaccionario. Un cambio de rumbo es pensar un país con valores y contenidos sociales para la gente trabajadora, una perspectiva republicana social y democráticamente avanzada.
No, no es demasiado glamoroa la imagen de Lacan que surge de estas páginas a pesar del respeto y la seducción y tampoco J. A. Miller, su yerno, sale bien parado con su reivindicación acusatoria de que, «se le había robado un concepto: la causalidad metonímica». Asunto sórdido este del robo que Althusser despacha entre dolido e irritado sin querer abrumar a Miller con pecados de juventud ahora que, dice Althusser, no sé si con ironía, que ha comenzado un curso magistral sobre Lacan diciendo solemnemente: «No estudiaremos a Lacan sino que seremos estudiados por él».
En 32 años pasamos de la caída del Muro de Berlín, que transformó por completo la política de bloques, y dio paso a un sistema unilateral con una potencia hegemónica, Estados Unidos, a una disputa sin final anunciado, un sistema multipolar y multilateral, para algunos un totalitarismo neoliberal, un nuevo orden basado en reglas o un nuevo desorden mundial, como más les guste.