En esta nota se sostiene que la pobreza extrema fomenta la sumisión en lugar de movilizar a las clases más vulnerables. Para explicarlo, desarrolló en su columna la paradoja de Tocqueville, que establece que cuanto mayor la desigualdad, menor el deseo de igualdad. “El deseo de igualdad fue destruido en Argentina durante 10 años y va a costar mucho recomponerlo”. A modo de conjetura un camino de salida de la paradoja de Tocqueville supondría tranformar el sentimiento de «privación absoluta», en «privación relativa» y comenzar a recuperar el deseo de igualdad perdido tras una década de inequidad creciente. Comenzar a recuperar el deseo de igualdad perdido tras una década de inequidad creciente. Exacerbar el conflico social. ¿Acaso, las peores condiciones socioeconómicas no fueron y son siempre y en todo lugar el motor de las protestas? Lo analizamos entonces, sin pretensión de totalidad, tomando dos indicadores duros, como marco de análisis, la denominada “paradoja de Tocqueville”. En este contexto proponemos una relectura de la ya clásica advertencia de Cristina Kirchner: “No vienen por mí, vienen por sus derechos”, la que traducimos hoy también es que vienen por sus deseos.
Las últimas dos décadas han estado marcadas por una ola global de levantamientos, disturbios y ocupaciones de plazas y zócalos que ya no buscan tomar el control de los aparatos estatales, como en el viejo paradigma revolucionario, sino que se concentran en la insurrección como un arte en sí. Entre cacerolazos y piquetes, barricadas y movimientos de plazas, si no empezando ya mucho antes, con el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el 1 de enero de 1994 en Chiapas, hemos sido testigos de una tendencia mundial que definitivamente se aleja del paradigma revolucionario para concentrarse en diversas formas insurreccionales de hacer política en contra o a distancia del Estado.
La deuda total asciende a 476.686 millones de dólares y representa casi un PIB completo. El pedido al FMI son USD 11.000 millones para salir del cepo, pero tenedores de deuda necesitan dólares y presionan por más. El FMI pide devaluar entre un 20% y 30%. ¿Por qué el FMI prestaría 11.000 millones más?