Todas las respiraciones contenidas se liberaron el domingo a la noche. Si nos hubiéramos parado sobre una balanza nos hubiera sorprendido un peso que ni con la dieta más exitosa hubiéramos podido conseguir. Hay algo, sin embargo, que sigue mordiendo el estómago por dentro. El domingo lo adormecimos, porque nos merecíamos festejar, nos merecíamos al menos una noche entera de dormir de corrido. Pero hoy, con el famoso diario del lunes, sabemos que el peligro no pasó. Está instalado cómodamente y no se piensa ir. Y, pensándolo bien, sería hasta bueno no abandonar tan fácilmente esa sensación.
En Estados Unidos, la figura de Joe Biden, un representante del partido demócrata en su variante más cercana a las políticas de las corporaciones financieras y los bancos ya es tan débil e impopular que hay que considerar seriamente la posibilidad de que Donald Trump lo derrote en 2024. Una derrota que no tiene comparabilidad con el avance de las ultra derechas latinoamericanas, cipayas y aliadas al neoliberalismo financiero.
Las transformaciones digitales están poniendo en tensión las formas de trabajar, pero también de organizarse en el ámbito sindical. Las respuestas latinoamericanas son hasta ahora embrionarias. Se requiere aún una mayor reflexión sobre la inteligencia artificial y las transformaciones en el mundo laboral desde el Sur global.