Las peripecias del kirchnerismo tienen su marca en el origen, allá por el año 2003 cuando a Kirchner aún le llamaban Kissinger ( José Pampuro dixit). La sucesión de supuestos finales de la experiencia kirchnerista son ya innumerables, pero tuvieron su punto de máximo despliegue a partir del año 2008 y la llamada «crisis de la 125» , paradojalmente convertida en el momento identitario más potente del peronismo kirchnerista.
Así las cosas, mientras desde el espacio conceptual y político la derecha se propicia «la destrucción del kirchnerismo» (con más empeño práctico que teórico hay que decirlo), cuyo punto más alto fue el intento de asesinato de Cristina Fernández , desde el campo conceptual de la izquierda se analiza «la agonía del kirchnerismo» o «cuarto peronismo», según la taxonomía de Horowicz, como se puede leer en esta breve columna.
Hace dieciocho meses, la economista Isabella Weber se enfrentó a intensas críticas por culpar de la inflación a los beneficios empresariales despegándose del lugar común de «la emisión monetaria» como centro de la problemática. Ahora su análisis aparece regularmente en la prensa económica, y los ideólogos neoliberales se quejan. Este informe específico del CEPA, agrega a la base de las mega ganacias empresarias, la sobredeterminación de especulación con efectos electorales en un país polarizado, a la hora de analizar las causas de la inflación.
La “sombra” de Rafael Correa genera pasiones de todo tipo incluso al interior del mismo sector del progresismo social (un concepto evidentemente ambiguo para las ciencias sociales). Pero también es necesario observar que el ciclo que representó el gobierno de Correa no es el que está en juego, sino otro, que posiblemente se enmarque en el débil “segundo ciclo” del progresismo latinoamericano.